Cuestiones que pienso en voz alta sobre cosas que pasan en este mundo delirante en que vivimos.
lunes, 21 de diciembre de 2009
Navidad llegó.
Tengo 37 navidades en el lomo, ésta que llega es mi trigésimo octava.
Las primeras 5 que pasé no las recuerdo. Sí me quedó grabada la sexta navidad, cuando lo vi bajar a Papa Noel por la escalera de la casa de mi abuela en Buenos Aires, me quedé paralizado y asombrado. Papá Noel era re-flaco. Y tenía lentes. Y su barba era media trucha, parecía de algodón. Pero bueno, me trajo un auto rojo muy tentador y me puse a jugar y me olvidé de Papá Noel.
Las siguientes no las recuerdo, se ve que me quedó grabada esa por ser la primera que impactó en la memoria de mi cabeza nuevita y esponja de info, pero debe haber sido siempre igual. Un Papá Noel flaquito con barba de algodón y lentes bajando por la escalera de la casa de mi abuela en Buenos Aires, justo en el estratégico momento en que mi abuelo desaparecía. Me hacía indignar mucho mi abuelo porque se enojaba cuando volvía y Papa Noel se había ido.
- ¿Y porque no te quedas acá, boludo?- le preguntaba yo, indignado,
- Si sabes que el tipo viene a las 12 de la noche, ¿Qué es lo que justo tenes que hacer tan importante que te vas TODAS LAS NAVIDADES al baño o a la vereda porque tocaron el timbre?, la navidad que viene no seas tan gil y quedate a esa hora acá, que lo vas a ver. No es como en las fotos, es flaquito y tiene lentes, muy parecidos a los tuyos. Es mas, son iguales!
El abuelo me miró con esa cara de papa frita que ponía cuando yo me daba cuenta solo de algo y me di cuenta de todo. Éramos muy compinches con mi abuelo, como amigos. Una cagada que se haya muerto.
Después vinieron las navidades de la preadolescencia en donde esperé la navidad con un interés sobredimensionado por un regalo súper tecnológico que yo re-necesitaba y al que le daba 1 semana de bola y terminaba tirado en el cajón de los juguetes rotos.
Mas luego llegaron las navidades de mi primera juventud, en donde recibía camisas, pantalones y todo tipo de prendas que no me gustaban, por lo que la navidad pasaba sin penas ni glorias por mi estado de ánimo. Con el plus de tener que soportar las continuas escenas que armaba mi padre, que siempre tuvo predilección por armar kilombos en las fiestas. Si no estaba peleado con uno, estaba peleado con el otro, pero siempre comíamos para la mierda, con una tensión bien violenta sobre la mesa.
Después me casé, y zafé de pasar las navidades con mis viejos. Y zafé de las escenitas de mi padre con mi madre o con mi hermana, o conmigo o con el vecino o con Dios o con el presidente de turno o con la reputa madre que te remil parió (Pero solo por navidad, para colmo cumple los años el 1ero de Enero, así que de Fin de año nunca pude zafar hasta hace unos años que finalmente dejé de ir sin culpas). Esas navidades eran un poco mas divertidas ya que mis hijas estaban en edad de romper los huevos con Papá Noel y al menos era entretenido hacer el kilombo para ellas, que alguien haga ruido por allá, para que todos los pibes corran a ver si lo agarraban al gordo boludo éste vestido de rojo, y mientras tanto, otro alguien ponía los regalos de mis hijas y sus primos en el árbol, que no es tal. Es un pino.
Después me separé. Y me encontré en navidad solo, porque mis hijas la seguían pasando con su madre (y esto me encantaba ya que odio esta fiesta ridícula y me molesta mucho).
La primera navidad separado, la pasé bañándome en la ducha, a las 12 me estaba bañando, me alquilé 2 películas, bien pedorras, de tiros o de marcianos mal hechos, me cociné una milanga y me clavé un vino bueno.
No podía creer mi trasgresión, como tampoco podía creer que haya salido indemne de la osadía. No me morí. No me agarró un espasmo. No lloré por los rincones solo como un perro. Para nada. Estuvo buenísimo.
La segunda navidad, cometí el error de comentar entre mis amigos lo que había hecho, y me obligaron a pasarla en la casa de uno. Me lamenté de haber hablado pero al menos conseguí negociar ir después de las 12. Por lo que logré pasar la 2da navidad caminando solo por calle Oroño, yendo de mi amigo que estaba como a 30 cuadras de donde yo vivía, por lo que comí y tipo 12 menos 10, salí a caminar. Estuvo buenísimo otra vez, pasar las navidades solo como un gil, caminando por la calle, pero ésta vez sentí la realidad de mi sensación de conformidad: Era dueño de hacer lo que se me cante. Nadie me imponía nada. Y mucho menos Papá Noel.
Después, finalmente, me aceptaron en la familia de mi novia y pasé navidades con ellos y algunas pude zafar y quedarme solo, que es lo que mas me gusta.
La última navidad, al estar mi novia por trabajo en el exterior, la pasé con gente que elegí para mi vida, que llenan los espacios vacíos que mi familia sanguínea desocupó. Y la pasé muy bien, porque los quiero y no tengo ningún entrevero con nadie, son mi verdadera familia después de mis hijas y mi novia.
Esta navidad mis hijas le pidieron a la madre, pasar las navidades conmigo, cosa que me sorprendió por mi estado de autismo para estas “fiestas” y me preocupé mucho, ya que yo no puedo darles la algarabía, ni la fiesta, ni la reunión familiar que mi ex sí les puede dar, en donde no solo tienen “pino de navidad”, sino que también tienen amiguitos y primos de sus edades y siempre hay en una familia algún gil que se clava el disfraz. Y los chicos son felices. Y eso es lo único que importa.
Bueno no, no les importó un carajo de nada de eso, quieren pasar la navidad conmigo. Te gusta, bien; no te gusta, jodete.
Así que organicé para ir a pasar navidad de mi suegro en Entre Ríos, con mi novia y las nenas y la perra, allá hay primas de mi novia de edades cercanas a mis hijas por lo que parto en busca de navidad entrerriana.
Odio la navidad. La detesto. Me da mucha bronca la obligación de tener, el 24 de diciembre a la noche, juntarme a festejar el nacimiento de una suerte de Che Guevara de hace 2000 años que yo no conocí, y que toda la humanidad se empeña en decir hoy, 2009, que nació por obra y gracia del “Espíritu Santo”
¿Que mierda es eso?
¿Cómo puede ser que en la actualidad haya una sola persona que crea esta mentira?
¿Por qué tenemos la obligación de no agarrar a nuestros hijos y decirles la verdad de todo esto?
¿Por qué no puedo decirles a mis hijas que Dios no existe, que los únicos dioses son el Sol y la Tierra, que son los que nos dieron la vida, y que todo eso de Jesús y la virgen es un invento pelotudo que hicieron hace miles de años para mantener a las masas calmadas y asustadas con el infierno y el cielo?
¿Por qué no le puedo decir a mi hija mas chica, que ya tiene 8 años, que Papá Noel no existe, que es un invento yanquie para generar consumo, que yo le compro los regalos?
Espero con ansias que ésta sea la última vez que tenga que mentir sobre Papá Noel y que mi hija, que ya esta en edad de merecer la verdad, sepa durante el transcurso del año próximo que Papá Noel son los padres. Porque detesto tener que mentirle, y porque me gustaría mucho poder regalarles pasar la navidad paseando por la calle, o en el parque con nuestra perra, solos o con mi novia, sin champaña, sin turrones, sin pavo al horno.
Poder utilizar esa fecha de mierda para encontrarnos y querernos y mirarnos a los ojos y amarnos y entendernos y disfrutarnos.
Espero ansioso que esto ocurra el 24 de Diciembre del 2010.
Espero ansioso.
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