martes, 7 de agosto de 2012

Cinco con veinte. Segunda parte.




El domingo pasado me levanté temprano, como siempre. Las perras empiezan a romper las guindas con salir a pasear a la misma hora que los días de semana, no tienen muy claro eso del domingo, del miércoles o del sábado… Así que salí con el auto, en busca de parque, caminata, perras sueltas y nafta. Debía cargar nafta si pretendía encarar la semana, que asomaba inmediatamente después de la última curva de ese domingo que recién arrancaba.

Eran las nueve de la mañana, y lo primero que intenté hacer fue cargar nafta, así ya me sacaba el problema de encima. Era lo mejor, cargar nafta, ir a la panadería y después ir al parque. Pero cuando doblé en Mitre y vi la cola de autos de más de media cuadra estacionados en el carril rápido con las balizas puestas no lo pude creer. Y no lo pude creer porque en verdad me había agarrado con la guardia baja. Jamás hubiera imaginado que tendría que esperar tanto por nafta si era domingo y eran las 9 de la mañana y el problema con Repsol ya hacía muchos meses que se había resuelto. Así que me estacioné detrás de un sandero gris y esperé mi turno.

Y mucho tiempo después logré acceder a mi turno, temeroso de no conseguir nafta súper, porque cuando hay esas largas colas, por algo es. Pero no, no había problemas. No “había habido” nafta durante dos días, pero el problema se acababa de resolver y por eso el tumulto. Había todas las naftas. Lo que sí, un poco caras. El litro de nafta súper lo pagué $ 6.42 en lugar de los patriotas y populares $5,20 que debería haber pagado en la nueva YPF expropiada.

Y ¿la verdad? Me enojé un montón.

Porque $6.42 es un 24% más caro que los $5.20 que obligaban a vender “el crudo para el pueblo” que nuestro amigo de pulcras patillas y mirada cerrada en un punto fijo que generalmente hace memorables y patrióticos discursos en camisa abierta, Axel Kicillof, debería haberme cobrado por el precio de mí súper si finalmente logró expropiar la compañía de manos de esos turros, capitalistas y psicópatas gallegos que no estaban haciendo las cosas bien y que por eso había que hacer largas colas para no conseguir súper a $5,20 como manifesté en la primera parte de este editorial.

Y yo me acuerdo de los aplausos, si incluso aplaudí yo también, envalentonado y con sed de venganza. Me acuerdo de su camisa blanca abierta, me acuerdo de sus denuncias sobre sus justos reclamos a Brufau para que haga los deberes que el terco gallego no hacía y entonces por eso le quitaba YPF mientras le espetaba, demasiado campechano y populista: “¿Qué estuviste haciendo, Brufau? (Aplausos, aplausos).


Me dio una gran alegría ver cómo esos ladinos soretes se quedaban sin la empresa que no brindaba los servicios que debía y que se llevaba todas las ganancias a la madre patria mientras pelotudos del montón, o sea, nosotros, pagábamos el pato de las locuras menemistas.

Pero es todo un chiste. Es todo una farsa. Es todo una joda.

YPF sigue siendo la misma mierda que era hace unos meses atrás, sigue con los exactos mismos problemas mientras Brufau ya no pide a gritos que le devuelvan la compañía al tiempo en que ve, con gran resentimiento y “por TV” cómo otros se quedan con la torta comportándose igual que él.

La clase media en general, está siendo sistemáticamente aniquilada por este gobierno pseudo populista que nos gobierna, al cual le puse todas las fichas en diciembre pasado por no contar con nadie lógico que lo supere y por haber estado de acuerdo con muchas de sus acciones.

Pero es todo un chiste. Es todo una farsa. Es todo una joda.

Porque mientras Cristina Fernández de Kirchner se llena la boca de inclusión social alimentando un obsceno y explosivo aparato político que excede en tamaño a cualquier época que haya vivido nuestro pueblo a la vez que denuncia al campo y lo exprime, los que pagamos el pato somos nosotros. La clase media.

La clase media, ese segmento de la sociedad que se puede comprar un auto cada diez años; que se puede ir de vacaciones de vez en cuando; que puede, al menos una vez en la vida y si hace un gran sacrificio, comprarse una casa; y que trabaja, paga cuotas y vive gracias al movimiento que el campo da en el país.

El campo tiene mucha plata. Eso ya lo sabemos. Cualquier chacarero que hoy es dueño de 400 hectáreas es un tipo que tiene mucha guita. Muchísima.

El campo se hizo odiar, comprándose departamentos como quien compra zapatillas o cambiando la súper camionetota de lujo cada 6 meses, pero el campo sigue haciendo lo mismo, sigue comprándose todo lo que no le hace falta. Y el que paga las consecuencias de todas las últimas reacciones del gobierno es la clase media. Porque, por si no lo sabés, Cristina, el campo tiene resto. Puede esperar. Puede esperar cinco años. Diez. Puede esperar toda la vida, porque el campo tiene millones de dólares guardados. La clase media no los tiene, ¿no pensaste en eso?

Si vos, Cristina, me dieras a mí un millón de dólares, solo un millón de dólares, no me digas que no los tenés, sacalos como venís haciendo del Ansés, antes la plata del Ansés se la metían en el bolsillo Clarín y Constantini, uno para seguir engrosando su imperio y el otro para viajar a punta, hacerse fotos en la revista Caras, comprar torres en puerto madero, cuadros de la bigotuda Frida Kahlo y construir mega emprendimientos como Nordelta y ese tipo de inversiones personales. Y ahora la plata del Ansés la usas vos con fines igual de perversos, alimentando ese aparato político que es La Cámpora, que es tan detestable.

Entonces vuelvo, si vos me dieras un millón de dólares y de inmediato me pusieras mil trabas para hacer lo que sea con ese dinero (comprar una casa o irme de vacaciones o cambiar el auto porque de lo contrario deberé soportar el peso de todos los nuevos impuestos populares e inclusivos que con tantos bombos y platillos vivís enunciando), yo esperaría. Agarraría ese millón de dólares y lo iría cambiando muy pero muy de a poco, y viviría una muy cómoda vida en “stand-by” mirando por TV como se destruye el país y como se cagan a cachetazos entre todos, que es lo que precisamente en este momento están haciendo aquellos que tienen la plata guardada, que son los que hacen que el país se mueva y que son los malnacidos y desagradecidos ventajeros que siempre paran todo hasta nuevo aviso, víctimas de un severo ataque de egoísmo.

Con 1 millón de dólares, una persona puede vivir 40 meses gastando veinticinco mil dólares por mes.

Con 1 millón de dólares, una persona puede vivir 100 meses gastando solo diez mil dólares por mes.

100 meses son 8 años y medio.

Mi condición de ciudadano de clase media hace que no pueda imaginar el estilo de vida que llevaría si pudiera gastar diez mil dólares por mes durante 8 años y medio.

Entonces me pregunto: Si yo, que soy un simple gil de cuarta que jamás entró en una universidad, que soy un simple pelotudo de clase media que lo único que hace es intentar subir escalones que cada vez son menos “escalables”, que hace mucho, mucho tiempo que no puede siquiera comprarse un par de zapatillas sin tener después que lamentarlo por varios meses, y que lo único que hace con la poquísima plata que le entra es pagar impuestos atrasados; se da cuenta de esto, ¿qué debería quedarle a aquellos que gobiernan el país?

¿Vos en serio suponés que todo esto que estás haciendo nadie se da cuenta de que es mentira?

¿Vos realmente creés que nadie se dio cuenta que “la ayuda” que el otro día le mandaste a Scioli en realidad está encubierta de una condición terrible que le pusiste que ya se sabrá en breve?

¿Qué estás haciendo con tus nuevos 4 años de mandato, Cristina?

¿Vos suponés que el campo se va a cansar de guardar la plata en el colchón y que va a salir desesperado a moverla? 

¿Tenés una noción del tiempo que se necesita en stand-by para gastar diez millones de dólares?

¿Sabés cuántas veces desaparece de la faz de la tierra un ser de clase media mientras un rico no invierte en el mercado diez millones de dólares?

¿Vos y Víctor Hugo realmente creen que esa pesificación de 3 millones de dólares que hiciste cayó bien vista entre la gente de clase media?

¿Realmente suponés que nosotros, la clase media, no sabemos que tenés muchísimos más millones de dólares que los que pesificaste, al punto de compararse con la nada misma?

¿Cómo imaginás el 2013 en estas circunstancias que estás planteando?

¿Cuánto suponés que aguanta la clase media en estas condiciones?

Hace dos años que estoy trabajando al 40% de lo normal y el costo de vida se duplicó.

Hace un año entero que ya no sé de qué disfrazarme.

Y mientras no encuentro el disfraz te escucho, lo escucho a Víctor Hugo, lo escucho a Biolcatti. Lo escucho a Kicillof. Lo escucho a Randazzo y a Abal Medina, que es el ser que más gracia me da del mundo entero. 



















Y nada cambia. Y todo sigue igual.

Y mientras todo esto ocurre, pago la nafta $ 6,40, pago impuestos el doble de caros que hace un año y compro comida, que es para lo único que me alcanza la plata desde hace más de un año.

Tenés que entender que no creo una sola palabra de lo que está sucediendo.

Sabé que no confío en vos y que extraño con gran nostalgia la época de tu marido, que era un tipo que no me gustaba pero que al menos llevaba al país como corresponde.

Esto que estás haciendo vos es un mamarracho absurdo que no conduce a ningún lado.

Bah, sí que conduce, conduce al estallido social, que llegará en algún momento, cuando la clase media no pueda seguir bancando económicamente a la clase baja y todo el mundo se cague bien a piedrazos en las calles mientras vos y Biolcatti lo miran por tv, sentados en mullido sillón de estilo francés.