jueves, 26 de mayo de 2011

Viaje a Buenos Aires.




Me fui a la Feria del Libro en colectivo. Usté se va a reir, pero me afirmé y aferré a esa hipótise como loco. Porque amaba ir a Buenos Aires en auto, pero eso fue al menos hace 5 años atrás. Ahora no se puede ir más, a no ser que usted quiera morir de un infarto en un congestionamiento o de inanición por culpa de un piquete. Y me pone muy nervioso ir a Buenos Aires, así que no voy más. Salvo fuerza mayor.

Fuerza mayor en este caso fue la Feria del Libro. Tenía que ir a firmar ejemplares de “Boutique”, mi nueva novela, y no podía faltar a tamaña desopilante experiencia. Y entonces renegaba durante los días previos por el auto y el viaje y donde dejarlo en Bs As y mi padre, que muy pocas veces me habla, me dice: ¿Y por qué no te vas en colectivo?.

Y me brillaron los ojitos. No lo había pensado. Porque me molesta el bondi, tengo muy feas experiencias, la lentitud con la que se viaja me exaspera, la gente que viaja con uno jamás colabora con la causa y siempre está el pelotudo que ronca, o el hijo de puta que come caramelos como un descerebrado, o el que estornuda, o los que hablan todo el viaje a los gritos o cagándose de risa y, por qué no, el infaltable nenito que llora o rompe las pelotas sin importarle un carajo, tanto a él como a su madre, lo que sufra el resto de la comunidad colectivera. Pero a pesar de todo esto la idea comenzó a crecer en mi marulo y se afianzó, arraigó y enraizó al punto de no poder cambiar de parecer. Cualquier cosa es mejor que ir en auto.

Saldría el viernes a las 9 de la mañana y llegaría a Retiro a la 1, o algo así. Me llevaría trabajo, por qué no… Tanto que me jode manejar, ahora tendría un chofer que lo haría por mí. Súper.

Entonces me llevé la notebook, me senté contra la ventana, cerré la cortina, la patrona me dio un beso y se puso de costado como quien dice: “cuando lleguemos samarreame” y yo me puse a escribir críticas de cine. Fabuloso.

Luego me dio un poco de modorra de escribir tan cómodo en esas butacas de coche cama y apagué todo y me dormí un rato. Me desperté en la Villa 31. Genial. Ya estaba en Buenos Aires. No lo podía creer. Años puteando y renegando con el tráfico de mierda del acceso norte, con los embotellamientos, con los pelotudos de Pilar que te pasan raspando en Audis o Beémes o Mercedes echando putas y haciendo alarde de manera asquerosa de su condición de porteño insoportable.

En auto no vengo más. Ya está decidido.

Y llegamos y fuimos al subte, debíamos ir a Plaza Italia, habíamos reservado en el hostel EcoPampa, donde pasaríamos la noche, a siete cuadras muy caminables de la Feria del Libro. De pelos.

Todo muy expeditivo. Todo muy rápido: Bajábamos al subte y éste estaba ahí, esperándonos. Nos subíamos al subte y bajábamos en Plaza Italia. Y al otro día lo mismo. Una barbaridad el subte.

Y bueno, las jornadas de firma terminaron y el sábado a la noche nos fuimos en subte hasta Retiro a tomarnos el bondi de vuelta para Rosario. Esta vez viajaríamos de noche. Yo estaba muy cansado, había estado parado desde las 2 de la tarde hasta eso de las 8 de la noche y no daba más. No veía la hora de estar sentado en la butaca súper cómoda y reclinable del coche cama y que pongan una película y dormirme. Y la hora me venía justa, porque el bondi salía a las 9:30 así que miraría un poco de TV y a dormir hasta la 1 que llegáramos a Rosario. Impresionante.

Y entonces nos reclinamos los asientos un poco y nos encaminamos a dormirnos sin advertir que detrás nuestro había un viejito muy ancianito con un estado de salud muy delicado, que no paraba de toser, pobrecito. Y para colmo la tos era bien fea. Era una tos que le venía de las profundidades más oscuras de sus pulmones. Grave. Regurgitante. Acuosa. Longeva. Potente. Repetitiva. Moribunda.

Al principio me asusté, debo reconocerlo, pensé que ese hombre no llegaría a Rosario. Por como tosía apostaba lo que no tenía porque pasaba a mejor vida en San Pedro o Ramallo. Y no paraba de toser. En un momento pensé: “Si este hombre tose así 10 minutos más se le va a salir la garganta por la boca, o se le va a abrir el pecho y se va a desangrar delante de todos ante los gritos de espanto de la vieja que está a su lado. O va a vomitar. Seguro que vomita. ¿Esas son arcadas? Para mí que son arcadas, eso no es tos. Qué mierda va a ser tos eso”.

Después advertí el otro problema que conllevaba la situación. Si ese hombre seguía tosiendo yo no podría dormirme y el viaje se me haría un calvario. Al principio me sentí mal de pensar así, pobre hombre, encima que está por morirse, que le faltan quizás unos minutos de vida nomás yo voy y me pongo en egoísta… A veces suelo ser medio hijo de puta.

Y el hombre seguía tosiendo, en compañía de la viejita, que le decía: “¿Estás bien? ¿Querés que te traiga agua?” Pero se ve que el viejo le decía que no con algún ademán, porque la vieja no se levantaba a buscarle agua. Y el viejo seguía tosiendo.

Luego pensé en ponerme a escribir en la notebook, al menos pasaría el rato, pero era imposible suponer escribir 4 palabras conexas entre sí con semejante batifondo detrás de mi nuca.

En un momento supuse que lo hacía a propósito, o que era una jodita para VideoMatch, porque nadie puede toser tanto sin morirse en el intento. Ya parecía una broma de mal gusto de algún programa pelotudo de esos que abundan en la grilla televisiva. Pero aparentemente, según mi novia, no se hacen más esas jodas por TV; yo no lo sé porque no miro televisión, así que por un instante se me ocurrió que venía por ahí la mano y estuve contemplando la posibilidad de darme vuelta y darle una cachetada al viejo y preguntarle, iracundo y aferrado con vehemencia a sus solapas, dónde estaba la cámara. Pero no. Ese viejo se estaba muriendo en serio y yo, como un gran sorete, me sentía molesto por la situación.

Y pasaron 2 horas, que fueron realmente insoportables, no sé dónde mierda estábamos pero vio que los colectivos van despacio… Deberíamos estar por San Pedro, por ahí, qué se yo. Y yo no daba más, estaba por explotar del sueño y el viejo y su tos no solo no me dejaban dormir sino que ya me estaban empezando a volver loco. Y la patrona me acariciaba la mano intentando hacerme relajar pero yo era una maraña de nervios, quería matar a ese viejo así no tosía más. En una de esas él prefería que alguien lo mate, qué se yo que pasaría por la cabeza de una persona que está tosiendo sin parar durante 2 horas y media, yo creo que si me pasa eso pediría con señas que me pongan, que me den un tiro y listo, qué se yo.

Y recliné del todo mi asiento y me dormí. No sé cómo lo hice, pero me dormí. Quizás haya sido que estaba completamente agotado de todo, porque es muy raro que me duerma con ese tipo de escenario. Pero me dormí.

Y a los 5 minutos, porque no pasaron más de 5 minutos, puedo corroborarlo ya que en el tv estaban pasando Hancock y la película continuaba más o menos en la misma parte, la viejita que acompañaba al señor Tos me dice al oído, con voz fuerte y clara: “¡Señor! ¡Señor! ¡Despierte, señor!” (esto último ya lo dijo sacudiendo mi hombro con ímpetu) “¡Eh?”, dije yo, presa de un ataque de desesperación. No entendía nada. “Señor, debe enderezar el respaldo de su asiento porque detrás suyo hay un hombre muy enfermo y le molesta el respaldo de su asiento tan cerca y tiene que tomar una medicación” me dijo. Y se irguió y se fue rapidito para atrás.

No sé qué intenté hacer, pero algo debo haber querido hacer porque mi novia me agarró fuerte del antebrazo. Quizás intenté pegarle a la vieja, no puedo recordarlo. Estaba muy dormido y muy desesperado. Mi novia me enderezó el asiento, que me eyectó de golpe hacia delante, me tomó de la mejilla y durante un largo rato intentó hacer foco en mi mirada para que yo desista de hacer lo que mis ojos amenazaban hacer ya sin ocultarlo: Matar a ese viejo hijo de un container de porongas vivas.




Y no me pude dormir más.

Y el viaje se me hizo infinito.

Y me arrepentí de no haber ido en mi auto y renegar con el tránsito y los piquetes.

Y el viejo siguió tosiendo. Y no se murió en el viaje.

Y llegamos a la terminal. A la 1 de la mañana.

La vieja, fiel a su condición de rompepelotas, se levantó de un respingo y salió disparada al pasillo empujando al viejo de los hombros, para salir primeros del bondi. Por un instante me dije: le meto una trabada a este viejo hijo de putas así se va de jeta y se rompe los 3 dientes que le quedan, pero no. Lo dejé que baje primero y que se vaya bien a la recalcada concha de su puta madre, viejo hijo de mil putas. Me cagó el espléndido viaje que había hecho. Me desquició la cabeza. Debería haberme tomado 15 días de vacaciones después de esa agotadora experiencia.

Y entonces el viejo caminó, vacilante, hasta la puerta. Bajó un escalón y se quedó ahí, contemplando lo que fuera que estuviera contemplando con la mirada perdida en el horizonte, buscando algo en el bolsillo de su camisa. Y la gente se empezó a acumular detrás del viejo, que obstaculizaba el paso a la libertad y no dejaba salir a nadie.

Y finalmente encontró lo que estaba buscando en el bolsillo de su camisa: un paquete de Imparciales 100, del que sacó un cigarrillo, lo prendió y saltó con gran agilidad hacia la terminal en donde lo esperaba la vieja, que ya había recuperado las valijas.

Y se fueron.

Hace desde ese sábado a la noche que tengo una preocupante expresión de sorpresa en mi rostro, que no se me va con nada. Al principio pensé que era algún virus, que me había dado una parálisis facial, pero no. Las parálisis faciales cuelgan un lado del rostro. No levantan las cejas tan arriba. Y no se me va.

Eso sí, dejé de fumar. Hace casi 20 días que no fumo. Y no creo que vuelva a hacerlo.

jueves, 19 de mayo de 2011

Pobre tipo, le metieron una trampa...



“Al presidente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, le metieron una trampa”

Eso le dijo, en un español neutro y muy complicado, un ejecutivo del FMI a Víctor Hugo hoy a la mañana. Yo estaba trabajando, como no podía ser de otra manera, pero lo escuché. Porque no soy boludo, que ando con la radio en la oreja y no presto atención. Lo escuché. Clarito: “Al presidente del FMI le metieron una trampa”. Así lo dijo.

Entonces dejé de hacer lo que estaba haciendo y me quedé acodado en una máquina, con la cara demudada, esperando que el infame que había dicho eso se explayara más, porque me encanta divertirme con el FMI, las corporaciones y la dominación del mundo.

Y continuó diciendo que en realidad, Dominique Strauss-Kahn es un hombre tan pero tan bueno que hay mucha gente que no lo quiere a cargo del FMI, y mucho menos como presidente de Francia. Y por eso le metieron una trampa, los muy tramposos.

Que en realidad no fue como dice la mucama del hotel, que ella entró a hacer la cama y que el tipo salió del baño en pelotas y con el pito durísimo de VIAGRA y la agarró por la fuerza, la tiró en la cama y le introdujo el submarino en la boca hasta donde ya no entraba más, no. No fue así.

Resulta que don Dominique estaba en el baño de la habitación 2806 del Sofitel y había un camarero en la habitación juntando los platos (…) y entró la mucama y le preguntó al camarero si podía hacer las camas, si el pasajero ya se había retirado, a lo que el camarero le contestó que sí, que entre nomás, que el hospedado ya no estaba en el hotel, ya que se había ido para siempre. Y el camarero se fue y la dejó sola. Y ahí fue que, cuando se agachó a hacer la cama salió Strauss-Kahn del baño con el pito durísimo de VIAGRA y se lo enchufó por la fuerza en la boca a la africana hasta hacerla ahogar. ¡Porque le quisieron meter una trampa! Porque ¿a quién se le ocurre semejante cosa? ¿Usted sabe que el director del FMI no va al baño sólo por temor a que le metan una trampa? (le juro, amigo, que el señor que hablaba por radio en un castellano neutro decía esto muy encolerizado, mientras Victor Hugo hacía solo silencio) Hay mucha gente que no lo quiere como director del FMI. ¡Esto es una trampa que le han hecho! Culminó.

Lamentablemente no pude registrar el nombre del espadachín drogado este, una lástima porque me gusta saber a quién le hablo cuando manifiesto algo en este blog desesperante, pero pongámosle un nombre de fantasía: Mr. Imbécil, por ejemplo.

Señor Imbécil, voy a hacer mención de algunas cuestiones que saltaron a la vista inmediatamente después que Dominique Strauss-Kahn fue apresado en primera clase de un avión de Air France, justo- justo cuando escapaba de la escena del crímen.

Aparentemente, Dominique Strauss-Kahn fue consultado en 2002 por una mujer joven para ver si aceptaba que le haga una entrevista (la mujer estaba escribiendo un libro de economía que estaría lleno de reportajes a tipos fuertes en el rubro, como el caso de Dominique Strauss-Kahn) Y Strauss-Kahn aceptó entrevistarse con la mujer, y por la mitad de la entrevista la agarró de un brazo, la levantó de la silla y la puso contra la pared, metiéndole flor de manotazo en la cachucha e intentando introducirle la lengua en el esófago. Pero la mujer sabía defenderse y le dio un par de piñas y se liberó y se fue diciéndole que era un asqueroso. Y no levantó cargos porque no quería ser “la chica con problemas con un político”, porque quería que la conozcan por lo que hace y no por ese lamentable episodio (Y si uno lo piensa fríamente, le da la razón).

Luego de esto, una amiga íntima de la hija de don Dominique le preguntó si la podía ayudar a hacer la tarea de contabilidad (…) o algo así, y él le dijo que sí, que no había problemas, pero que mejor vayan a un departamento que él tenía lejos de la casa, porque en la casa había mucho lío. Esto incomodó a la joven, porque conocía muy bien la casa al estar casi todo el día con su mejor amiga, y no había ningún lío… Es más, era una casa muy cómoda y llena de lugares cómodos para hacer la tarea de contabilidad con el papá de su amiga. Pero a pesar de todo aceptó la propuesta, ¡si era el papá de su mejor amiga…! ¿Qué le iba a hacer? Qué tipa mal pensada… Entonces fue a ese departamento en donde sólo había una mesa, 2 sillas y un colchón. Entonces la chica abrió la carpeta y él le empezó a explicar como si fuera el profesor Acoso: Este es el lápiz…¿viste qué duro que es? Tocalo, acaricialo, te gusta tocarlo, ¿no? Y demás frases desagradables, hasta que en un punto le dijo que le iba a explicar mejor si la tomaba de la mano y comenzó a franelearla de manera asquerosa e intentó violarla hasta que la joven logró zafarse, y fue con el cuentito de su amiga y se le armó flor de kilombo en la casa a don Dominique Strauss-Kahn.

Y después está el romance con Piroska Nagy, la ex de Mario Blejer, con la que mantuvo una relación “de trabajo” del tipo “yo te doy el cargo que tanto ansiás pero vos colgate de esta” para luego, cuando se destapó el asunto, pedirle perdón y beneficiarla con una abultadísima indemnización de 5 millones de euros (que pagamos todos nosotros, junto con el millón de dólares en efectivo que no le quiere aceptar como fianza la jueza que tiene que decidir en estos momentos si lo libera o no).



Así que, señor Imbécil, Dominique Strauss-Kahn es un viejo verde. Acéptelo y no diga más incongruencias por radio. Cállese la boca, no sea infeliz. Dominique Strauss-Kahn es un pervertido que tiene un cargo altísimo en una pervertida organización como es el FMI, como no podía ser de otra manera. Debe figurar en los requisitos de la fotocopia del FMI cuando uno va a pedir trabajo como director general. Debe decir: Saber bastante de economía y ser un tremendo pervertido.

Y entonces don Strauss-Kahn aprovecha su condición de poderoso para tumbarse cuanta mina se le cruce por delante, porque puede hacerlo. Él es “Dominique Strauss-Kahn” el hombre que todo lo puede.

Si hasta el día de la fecha no fue preso, es sólo por su condición de director general del FMI. Nada más.

Ahora bien, ¿por qué ahora y no antes? Qué se yo… Quizás haya sido porque atacó a una mucama negra y no a una de su palo. Quizás fue para hacer propaganda: ¿Vieron que en EEUU protegemos a las mucamas negras, incluso de poderosos directores del FMI? Puede ser que haya sido por eso.

Pero no le hicieron una trampa, no sea tan imbécil de suponer que el mundo está lleno de imbéciles como usted.

Sólo un imbécil como usted puede suponer que alguien va a creer esa imbecilidad que dijo por radio.

Hágame un favor, mátese. Péguese un tiro y tírese en algún río. Y no joda más que tenemos mucho que hacer.

Muchas gracias.

viernes, 13 de mayo de 2011

El arte de aplastar

Hoy les voy a contar la historia de Facundo H.

Facundo H. es un chico de 12 años que integra las filas de la clase media alta, uno de esos deleznables escalafones socioeconómicos que nos demarcamos para diferenciarnos unos de otros, para poder disociarnos en 5 grupos: Pobres – Clase media baja – Clase media – Clase media alta – Rico.

Facundo H. es muy amigo de Paulina S., van juntos a la escuela y se conocen desde muy chiquitos. Y son íntimos amigos. Desde siempre. Facundo tiene un pasar mucho más holgado que el de Paulina.

Cuando comenzaron a surcar este difícil tramo de la vida que es la primaria, Facundo siempre hacía alarde de los aparatitos tecnológicos que el padre le traía de sus viajes al exterior, porque el papá de Facundo viaja mucho al exterior. Es un hombre con mucho trabajo.

Y entonces, cada seis meses, Facundo iba a la escuela con su último celular, o su último MP3, o su último calzoncillo atómico. Porque el papá de Facundo viaja mucho al exterior por trabajo, casi nunca está en la casa. Es un hombre muy trabajador. Y reemplaza su presencia paterna en casa con aparatitos electrónicos de alta gama.

Pero Facundo fue creciendo y los años pasaron y un día se dio cuenta que no era tan importante tener el último modelo de celular o la última playstation o la última Wi. Y empezó a mirar la vida de otra manera (debo reconocer que me cagó, porque si había un niño del curso de Paulina del que yo jamás hubiera supuesto semejante cambio a tan corta edad era precisamente él. Pero me la puso. 12 años.) Y Facundo comenzó a interesarse más por otras cosas más terrenales, más pasionales. Y fue así que un día abrió el cajón en donde tiene sepultadas las baratijas que le regala el padre que viene coleccionando desde que tiene uso de razón (MP3, celulares, cámaras, videojuegos, etc) y descubrió una filmadora. Y le ofreció a Paulina hacer una especie de “sociedad” y comenzar a filmar películas de terror. Copado.

Paulina aceptó la propuesta con alegría y se enganchó con gran pasión en el proyecto. Y fue así que se creó una productora de filmes amateurs que no sólo no se la puede catalogar como clase B sino que ni siquiera integra el grupo de las clase Z. Si usted vio “Sexto Sentido”, en los extras, Manoj Night Shyamalan nos regala su primer película, filmada a sus 12 años con un amigo, y enternece y sorprende la magia y la desfachatez con la que tanto Manoj como su amigo actuaron esa absurda y tonta película de “terror” pero, como aclara él haciendo un preámbulo antes de que comience el pseudo filme, es un obsequio que nos hace a los televidentes para que entendamos que esto de filmar películas es un juego, y que cualquiera puede terminar siendo un muy buen director de cine. Sólo hace falta filmar y filmar. Y reírse, y aprender y corregir y editar. Y reírse y reírse. Porque la vida es un juego. Y hay que jugarla, porque es una sola:




Y entonces un día fueron a la casa de Facundo con otros compañeros de la escuela y filmaron “La mansión embrujada”. El papá de Facundo no estaba, seguramente se encontraba viajando por el mundo haciendo miles de negocios porque es un hombre muy trabajador, que no tiene tiempo para dedicarle a sus hijos y reemplaza su presencia en casa trayéndoles algo muy tecnológico de primicia absoluta de regalo de sus eternos viajes al exterior.

Y los niños filmaron la película. Y Paulina me trajo en un dvd los 10 archivos que la conformaban. La niña estaba realmente prendida fuego con el proyecto. Hacía rato que no la notaba tan encendida. Y a mí me re copó la onda, al menos en lugar de estar hecha una catatónica mirando Casi Angeles por internet con los auriculares pegados a la oreja hasta cualquier hora iba a estar editando un video. Iba a estar editando su primera película.

Como yo me doy maña con los editores de video, le expliqué cómo funcionaba y, debo reconocerlo, casi se lo edité por completo; porque los editores de video son muy difíciles de manejar, entonces lo editamos juntos, para que aprenda, así el próximo proyecto lo podría hacer ella sola.

Y entonces fuimos cortando, pegando, mezclando escenas, agregándole efectos de audio copados, voces súper graves, reverberancias, planos en negro con algún título de siguiente escena. Toda la semana estuvimos con el video. Costó mucho trabajo.

Anoche lo terminamos, con la lengua afuera y los ojos secos, y lo subí a youtube para que Paulina pueda postearlo mañana en su Facebook y así divertirse con sus amigos. Y hoy, mientras comía unos fideos con bolognesa magistrales que preparó Pía, una amiga mía, Paulina me llamó al celular, muy preocupada, para que saque de youtube en ese instante el video. Yo le dije que no podía hacerlo ya que no estaba en casa y no había llevado conmigo la notebook, pero se la notaba preocupada. Al rato me llamó de vuelta y tuve que darle instrucciones para que ella lo borre de youtube, ya que me faltaba bastante para llegar a casa y no me gustaba nada el tono de su voz. Se la notaba desesperada.

Al volver a casa la llamé, inquieto, y le pregunté qué había pasado. Resulta que el papá de Facundo volvió de su milésimo viaje por el exterior y Facundo, orgulloso y buscando que su padre lo atienda y se sienta admirado por él aunque más no sean unos segundos, quiso mostrarle con gran euforia lo que había conseguido: filmar una película.

Al papá de Facundo no le gustó ni mierda la película. Y atemorizó hasta los huesos a su hijo con las posibles situaciones dantescas que, de ahí en más, de seguro sufrirían; porque, según el padre, su hermana menor sale en el video y se la pueden robar, y en una escena, muy pero muy a lo lejos, se advierte la sombra borrosa de lo que podrían ser los números de la patente de la Meriva de la mamá de Facundo. Y eso no lo podía permitir. Y le ordenó a su hijo que no filme más películas y que baje inmediatamente ese video del youtube. Que a quién le había pedido permiso para hacer eso…

Lamentablemente no sé a ciencia cierta cuál fue la sensación que debe haber sentido Facundo ante esto, sólo sé que Paulina intentó llamarlo varias veces y nunca contestó sus llamadas (seguramente estará en penitencia, encerrado en su pieza sin celular), pero la imagino un poquito, yo también fui chico y también intenté desde siempre hacer algo copado con mi vida y mi padre se encargó con ahínco de impedirlo.

En el futuro, Facundo podría haberse transformado en un director de cine muy malo, en un director de cine de medio pelo, o en un director de cine del carajo. No importa. Cualquiera de las tres opciones nos iban a regalar un Facundo feliz.

No creo que Facundo insista con esto del arte y la pasión por el cine, ni por investigar ni crear nada. Con seguridad cuando cumpla 18 va a estar trabajando con su padre, con el culo en un avión, tratando de conseguir los productos que su padre vende más baratos en Indonesia. Y será un hombre igual de triste, apagado y vengativo como su padre.

Hay muchas artes en este mundo.

Aplastar las pasiones de un hijo por temor al fracaso o por envidia por no haber podido hacerlo uno es un arte implacable y deleznable que varios seres humanos portan entre sus virtudes.

Demos un caluroso aplauso al papá de Facundo H., que acaba de destrozar a martillazos la semilla de la pasión de su hijo, para guiarlo por el camino de lo seguro, para que siga sus pasos, y para que sea tan infeliz como él cuando sea grande.

Muchas gracias.

jueves, 5 de mayo de 2011

Feria del Libro



Hola amigos,

El viernes 6 y sábado 7 de Mayo (mañana y pasado) estaré firmando ejemplares de mi novela "Boutique" en la Feria del Libro, en el Pabellón Azul, stand 326 de Fundación Ross, ambos días a las 17:30 Hs.

Los espero.

www.boutiqueelmarciano.blogspot.com

domingo, 1 de mayo de 2011

Anécdota Fiestera




Escuchen esta, que es buenísima:

Tengo un conocido que se compró hace unos meses el nuevo Ford Fiesta, esa copia absurda del Honda Fit que vende la fábrica de automóviles americana más famosa del mundo.

Resulta que el tipo se compró el auto en un color bastante desagradable, algunos dicen que es rosa, otros señalan que es magenta, otros dicen que parece una gigantesca placenta metalizada. No lo sé. Lo que sí sé es que es el color más ridículo del mundo a la hora de elegirlo para el medio de locomoción que te acompañará por al menos 5 años; pero bueno, el hombre también tiene desde hace más de 10 años una Ford Courier color berenjena, y encima la Courier parece una berenjena, así que la pegó. Cuando anda en la Courier parece un dibujito animado. ¿Vieron que Bob Esponja maneja una hamburguesa? Bueno, éste muchacho pareciera que manejara una berenjena gigante.

Y bueno, se compró el Fiesta y estaba muy contento, y me lo mostró y me subí al cockpit y me sorprendió la desfachatez con que Ford copió hasta el diseño del volante del Honda Fit de manera sorprendente. Le salió igualito.

Con un tablero bastante sofisticado para ser un Fiesta si uno recuerda el modelo anterior, quedé anonadado con todos los chiches y huevadas que trae de serie: air-bags por todos lados, mp3 y comandos al volante, techo corredizo eléctrico, espejos eléctricos, qué se yo… Parece un auto de un par de escalones más arriba de lo que verdaderamente es, porque a pesar que es una copia desvergonzada del auto japonés, vale aclarar que vale como 15 lucas menos.

Entonces el tipo anduvo la primera semana tratando de entender el funcionamiento del tablero de su nuevo auto, cosa casi imposible en un ñato de 60 años, a mí me costó bastante entender algunas cosas que traté de explicarle y hubo otras que no sólo no las entendí sino que encima decidí no seguir apretando botoncitos al pedo. Son muy difíciles de utilizar las “comodidades” del tablero. Cambiar de radio a MP3 o de MP3 a CD, o de CD a radio es una empresa imposible que no creo que los jovencitos forros que nos superan con el conocimiento de la tecnología sepan encontrarle la vuelta.

Más allá de eso el hombre decidió, al menos por las primeras semanas y hasta que le agarre la mano, escuchar sólo la radio, así no rompía nada. Y andaba muy feliz con su autito nuevo color rosa, o color magenta, o color placenta con olor a nuevo.

Un día fue a la cochera, a la mañana temprano, para ir a su jornada de trabajo y el auto no le arrancó. Intentó varias veces pero nada. Muerto completo (Sí, no ponga esa cara, no le arrancó. Posta). Salió del edificio y se tomó un taxi y al llegar a su oficina llamó a la concesionaria para señalar el problema que había tenido y la empresa mandó de inmediato una grúa con un mecánico para solucionar el intríngulis. Se llevaron el auto y se lo devolvieron a la tarde con el desperfecto solucionado. El hombre preguntó cuál había sido el problema pero los mecánicos no supieron responder, señalándole que lo use y esté atento, porque no sabían si lo habían resuelto.

El hombre siguió usando el auto y el domingo a la noche se fue a comer al club donde es socio, y cuando quiso volver a su casa el auto no arrancó. Y era Domingo por la noche, así que el Fiesta nuevo y 0 Km color placenta durmió a la intemperie hasta el lunes. El hombre llamó a las 7 y media de la mañana a la concesionaria para advertir el problema. La concesionaria envió una grúa y un mecánico, pero esta vez no hizo falta llevarlo al taller. Cuando el mecánico intentó darle arranque, el Fiesta arrancó sin vacilar así que, poniendo cara de incertidumbre, se bajó del auto y le dijo al dueño que lo controle, que no sabe qué problema puede estar teniendo.

Y las semanas pasaron y el Fiesta dos por tres no arrancaba y venían con la grúa y los mecánicos hasta que llegó el día de las vacaciones. El dueño del auto debía ir a Posadas, a las cataratas, y había planeado hacerlo con su flamante Ford Fiesta color coágulo sanguinolento maquillado, pero ahora sentía un grueso y áspero palo en el culo… ¿Cómo irse a tamaño viaje con un auto que dos por tres no arranca y que nadie sabe por qué?

Así que fue a la concesionaria y le explicó su dilema al jefe de taller, que fue muy comprensivo y le reveló que no saben qué problema tiene el nuevo Ford Fiesta, pero que 4 de 10 que venden tienen ese desperfecto. Que al ser un “sistema de arranque eléctrico nuevo y diseñado en exclusiva para dicho modelo”, aún no tienen la certeza de qué es lo que le ocurre, pero que se quede tranquilo, que él también se iba ese día de vacaciones y que hasta que no esté solucionado el problema no se iba a ir a su casa… Que si era necesario le extraerían el sistema de arranque a otro Fiesta y se lo colocarían al suyo.

Entonces el hombre preguntó qué garantías tenía de que el “sistema eléctrico de exclusivo e innovador diseño” que le colocarían de otro Fiesta no sea uno de los 4 de cada 10 que no funcionan, y el jefe de taller le dijo que no podría tener tanta mala suerte, que se quede tranquilo…

Entonces el hombre se fue a Posadas manejando con cautela y un enloquecedor bate de baseball en el tujes y el auto nunca más falló. Se ve que el “sistema eléctrico de exclusivo e innovador diseño” que le sacaron a ese otro Fiesta era de los 6 de cada 10 que sí funcionan.

Y el tiempo pasó y un día me encontré debatiendo con un grupo de mujeres de mediana edad sobre los nuevos modelos de autos que estaban saliendo y una de ellas, a la cual vi solo un par de veces, señaló que tenía que cambiar el auto, que a ella le gustaba mucho el FIT, pero que salía muy caro, y que esta semana había visto el Fiesta nuevo y que se había enamorado completamente, que era ideal para ella, porque es sóla, y que todo lo que le critican al auto que atrás es muy chiquito (cosa muy cierta) a ella no le jode para nada, porque ella es sóla.

Entonces, como cuando soy testigo de algo que está mal me gusta comentarlo al menos entre mis conocidos para que otros no pisen el palito o no sufran gratuitamente los flagelos que las corporaciones capitalistas que gobiernan el mundo nos infligen, le advertí que tenga cuidado y que si decidía comprar ese modelo, pregunte antes, porque un amigo compró uno y tuvo problemas porque “4 de cada 10 tienen una falla y no arrancan”. A lo que me contestó, con ojos de soñadora: ¡Ay, pero es tan lindo! Decile a tu amigo que lo felicito.

Yo insistí, perplejo, señalándole que una multinacional como Ford no podía sacar al mercado un modelo con una falla tan grosera y que busque otro auto, porque la misma gente del concesionario había alertado lo de “4 de 10”, pero la mujer, con ojos de enamorada y las manos enroscadas en el pecho continuaba diciendo, embelesada “Ay, ¡pero es tan lindo!” ¡Decile a tu amigo que lo felicito!


Entonces medio que me enloquecí un poquito, porque hay cosas que me enloquecen y le dije, ya con voz un poco más gruesa y modulando bien las palabras, que si me había escuchado lo que le había dicho. Y ella, sin mirarme y con la vista perdida en el horizonte, completamente ida y enamorada, me repitió: Ay, sí, ¡pero es tan lindo!, decile a tu amigo que lo felicito.

Y me fui de la reunión. Me fui. Porque me empecé a sentir mal. Me parece que tenía palpitaciones.

Pregunta:

¿De quién es la culpa de que Ford venda un modelo de auto que viene fallado de fábrica?

¿De Ford o de los que sabiendo el problema van y lo compran porque es tan lindo mientras felicitan con gran animosidad a quien ya lo compró?


Así estamos. Y no nos quejemos.