Hace
un mes atrás mi hija más chica, que tiene 11 meses, volvió de su día de pile y
club con todo el pecho lleno de granitos. Y la nuca también, llena de granitos.
Y los brazos.
No
entendíamos qué podría ser, lo único que habíamos hecho distinto era que
acabábamos de cambiar el protector solar porque la doctora nos dijo que el que
usábamos (factor 60) no era suficiente, que teníamos que comprarle alguno de “pantalla
total” y que el Dermaglós factor 70 iría bien así que, corazonada o instinto de
padres, cuando retornamos al club le volvimos a poner aquel que no gustaba a la
doctora sin consultarla. Son esas cosas que hacemos los padres que no sabemos
por qué las hacemos pero que generalmente dan en la tecla. Y tal cual, la nena
volvió a su estado dérmico normal, y se le fue el sarpullido.
Pero
luego, a los pocos días, nos enteramos de la terrible noticia:
“Retiran
del mercado protector factor 70 de Dermaglós por reportes de alergias y
dermatitis en bebés y niños”
Y ¿la
verdad?, me dio un poco de miedo. Tanto hace que hablamos y debatimos entre
amigos o en todo tipo de reuniones sobre el flagelo de la medicina moderna, en
donde somos víctimas y rehenes de un sistema que nos exprime el 30 % de
nuestros ingresos para condenarnos a formar parte de una cadena en donde
tenemos la certeza de que, en caso de que algún día nos pase algo, estaremos a
la buena de Dios porque seguro que nuestro plan no cubrirá tal o cual cosa
haciendo que nos levantemos prácticamente todas las mañanas cuestionándonos
para qué pagamos obra social si todo el tiempo escuchamos que a tal le pasó
esto y a cuál le sucedió lo otro hundidos en la más implacable impotencia
sobre todas las injusticias que padecemos a diario.
Pero
que una noticia como esta haya salido así, de frente manteca, a chantarnos que
Dermaglós retira del mercado un producto que afectó a tu bebé…, es un poco
demasiado.
Porque
uno sabe casi con pruebas que en los laboratorios estos fabrican todo tipo de
cosas que generan dependencia o que conocen la luz gracias a alguna coima o que
riegan el mercado luego de una poderosa ley arreglada que nos obliga a
consumirlas. Y da mucha bronca eso. Da impotencia.
Uno
siente que es una vaca. Una vaca en el matadero. Y hace rato que sentimos eso,
no hace falta que Dermaglós retire del mercado un producto que, a pesar de que
funcionó muy bien en las pruebas previas a su salida al mercado -y de las que jamás sabremos qué tipo de
pruebas soportó y sobre qué superficie-, produjo reacciones adversas en la
población. El problema es que, cuando esto le sucede a un hijo nuestro tan
chiquito, en donde uno abraza la ilusión de imaginar que vivirá en ese mundo
nuevo en donde las corporaciones farmacéuticas ya no existan y cada uno pueda
sanar sus pesares a la vieja usanza, es ahí donde la trompada certera de la
realidad nos muestra con gran expedición que nada cambiará, que seguiremos
siendo vacas en el matadero y que si acaso alguna duda había florecido en
nuestra cabeza, acá está el claro ejemplo de que no. Que todo seguirá igual.
Entonces
me pregunto, y sé que no encontraré respuesta:
¿Qué
nueva formulación de filtros utilizó Andrómaco para el lanzamiento del nuevo
protector solar Dermaglós Factor 70 que tan bien funcionó en las pruebas y que
luego, en la piel nuevita de nuestros nuevitos bebés produjo esos trastornos?
¿Qué
superficie utilizó Andrómaco para untar el nuevo protector solar y determinar
entonces que el producto no afectaría la nuevita piel de nuestros nuevitos
bebés?
¿Quién
fue el responsable de dichas pruebas?
¿Quién
es el inspector del ANMAT que dio el visto bueno para que las farmacias del
país recibieran el nuevo protector solar?
Ésta
erupción que contrajo mi hija de 11 meses, ¿es el único síntoma que habrá
tenido o tendrá alguna secuela extraña en algún momento por haber consumido este
protector solar que Andrómaco asegura que pasó todas las pruebas pero que no
nos cuenta cuáles fueron?
¿Andrómaco
saldrá a dar explicaciones o se quedará en silencio?
¿El
gobierno obligará a Andrómaco a que dé explicaciones o no se meterá en el tema?
No me
gusta pagar mi obra social. Todos los años voy al médico 2 o 3 veces y pago
13.000 pesos por ello para que cuando sea viejo y tenga alguna enfermedad
concreta la prepaga no me cubra el medicamento por algún artilugio pergeñado
con atinada inteligencia en el bufete de abogados que las defienden de nosotros,
quienes les damos de comer, y así entonces no brindarme el servicio por el que
pagué toda mi vida.
La
salud debería ser gratuita. Las corporaciones farmacéuticas deberían
desaparecer.
Vivimos
atados a una máquina que reparte elementos que nos aseguran soluciones que ni
siquiera sabemos de dónde provienen, quiénes son aquellos que los construyen y
quién es el inspector de turno que aprueba estos productos.
Me
gustaría que Andrómaco explicara con lujo de detalles lo que ocurrió con su
protector solar.
La
piel de mi hija y de sus hijos está en juego.
Se pueden juntar firmas para resolver este asunto en: