domingo, 9 de mayo de 2010

Qué lindo que es vivir en Rosario




Hoy fui al parque tempranito, a pesar que me acosté tarde, mi perra eso no lo entiende, no lo asimila, y comienza a lamerme el codo a las 8 de la mañana, sin importarle que sea domingo, pero la quiero mucho como para darle un chancletazo.

Por lo que me cambié y la llevé al parque. Cuando estaba llegando a dicho lugar (Wheelright e Italia) fui desviado por esos simpáticos agentes de tránsito que para lo único que están en la ciudad es para cobrar sobresueldos de las empresas constructoras que los "alquilan" como si fueran caballetes, y para cortar el tránsito cuando un grupo de energúmenos deciden salir a correr desesperados por ahí abajo.

Me la banqué, debo admitirlo, cuando vivía exactamente ahí me enervaba mucho más esta situación, pero ahora me mudé y no me jode tanto.

Mientras mi perra jugueteaba con un dálmata manco, se escuchaba a lo lejos, allá por donde están los silos de colores, a un desequilibrado mental que, a los gritos por un micrófono, alentaba a los 4.500 participantes de éste simpático entretenimiento dominguero que ya se hizo carne en nuestra cotidianeidad.

Yo pensaba ¿No?, Pobre gente la que vive en esos edificios que están a la vera de la calle Wheelright, que quien sabe, al haber sido ayer sábado, hayan salido, tomado alcohol, y acostádose tarde, tener que enfrentarse con el dilema de salir al balcón y verter aceite hirviendo o taparse con la almohada, o directamente comenzar a los tiros como un poseído.

Así y todo, puse mi mejor buena onda y, como a mi no me afectaba en lo más mínimo, decidí no seguir dándome manija con la cosa.

Bien, fue en ese instante en que el energúmeno del micrófono, siempre a los gritos descollantes, comenzó una cuenta regresiva que iba del 10 al 0.

Bueno, no me di cuenta, got admit, no sumé 2 + 2, cosa que hago a cada rato, se ve que era domingo y estaba medio dormido, le puse la correa a mi perra y me dirigí despacio hacia la vereda para cruzar la calle e ir en busca de mi auto para volver a la cama con mi jermu.

Comencé a caminar hacia la vereda y noté lo que me iba a fumar como un gil, y no pude hacer nada.

4.500 seres humanos, con algún problema psíquico, venían corriendo de norte a sur y no hubo caso, no pude cruzar nunca más la calle.

Ya estoy harto de esas maratones del orto, realmente, me tienen podrido.

¿Qué culpa tengo yo de que 4500 nabos decidan salir a correr como ovejas desahuciadas?

¿Porqué razón 4500 nabos dirigen la mañana de un domingo en una ciudad donde viven 2 millones de personas?

¿Porqué razón?

Es detestable cuando te agarra la vorágine maratonista, ya sea en auto o a pata, vos tenes que respetar a los tipos, porque "están corriendo".

¡¿Y nosotros qué?! ¡¿¿¿Verdurita????!

Váyanse todos a cagar. Todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario