Hace unas semanas atrás me levanté, me cepillé los dientes y zarpé a trabajar en bicicleta rumbo a zona sur, como lo hago desde el último puñado de mañanas. Y lo hago con radio Continental en mis orejas, porque no me gusta ir en silencio, me aburro. Necesito escuchar las noticias todo el tiempo. Mi hermana dice que eso me hace mal, que no es bueno estar escuchando las noticias todo el santo día, que lo mejor es escuchar música. Pero no puedo escuchar música cuando voy o cuando estoy en el trabajo, no la disfruto. Así que pongo la radio, y como televisión no veo porque no tengo cable es bastante imperioso en mi caso escuchar informativos nacionales.
Así que, les decía, salí en bicicleta a encomendarme a conducir las 40 cuadras que separan mi casa del trabajo y cuando aún no había llegado ni a la esquina, María O´Donnell, que estaba reemplazando a Magdalena que vacacionaba sin piedad en algún lugar concheto, le dio el pase a Fabio Vallejo, periodista deportivo de Continental, quien arrancó su columna hablando sobre lo acontecido en el partido disputado la noche anterior entre el Real Madrid y el Barcelona, ganado por éste último por 2 a 1.
Y Fabio Vallejo dio, con lujo de detalles, un resumen del que debe haber sacado solo las palabras “buenos días” y “hasta luego” de las conferencias de prensa de ambos directores técnicos del match y por ello debemos catalogarlo como “resumen”, describiendo a la perfección lo contento que estaba “Pep Guardiola” con el triunfo del Barça, como también lo encantado que estaba con la actuación de “La Pulga” quien, a pesar de no haber convertido ningún tanto, fue determinante en la habilitación de no sé quién para convertir el segundo gol que los llevó a la victoria mientras que, por el contrario, José Mourinho estaba muy triste con la derrota de su Real Madrid manifestando compungido que las victorias tienen muchos padres mientras que las derrotas…, solo uno. Así que él se proclamaba “padre de la derrota”, todo esto dicho en un portugués mezclado con español que no era ni una cosa ni la otra produciendo así una alocución digna de retrasado mental con una pizca de extraterrestre de circo.
Y cuando terminó ese segmento, el periodista continuó su columna con declaraciones de Juan Román Riquelme, que aparentemente la noche anterior había dado una conferencia de prensa en donde señalaba que estaba “muy contento” de que Martín Palermo pueda hacerse un partido despedida y que le parecía bien que no lo haya invitado ya que durante su etapa de compañeros de equipo no habían tenido buena relación y le parecía justo y razonable que no lo convoque pero que a él, de chico, sus padres le habían enseñado que "los trapitos sucios se quedaban en el vestuario" mientras yo suponía que se terminaba la columna deportiva pero no, Fabio Vallejo continuó hablando de Juan Román Riquelme, porque aparentemente él (Vallejo) había estado presente en la conferencia de prensa que el crack había ofrecido y se había quedado “anonadado”, “alelado” y “estupefacto” con lo bien predispuesto que estaba Juan Román, que daba “placer” escucharlo hablar cuando se encontraba tan de “buen humor” mientras ordenaba al sonidista a que pasase el audio “resumido” de las palabras “bien predispuestas” y “tan de buen humor” que destilaba Juan Román Riquelme en sus dichos, en donde el jugador manifestaba, con esa voz cansina y masturbada que tiene sin un solo dejo de buen humor ni buena predisposición (nunca encontré esos estados de ánimo en la voz de Riquelme), que aún contaba con la ilusión de jugar en la selección ya que no tenía dudas de que si el equipo jugaba bien lo iban a convocar, mientras agregaba que se sentía orgulloso de haber ganado todos los premios que se le dan al fútbol argentino en 2011 y, sin dar una pista si jugará o no alguno de los partidos del torneo de verano, se mostró “esperanzado” de poder ganarlos a todos para poder darle la alegría a los hinchas, que son los más importantes, hasta que le preguntaron, intentando armar polémica, sobre la fiesta de Palermo a la que no fue invitado donde el jugador, con esa voz eunuca y desesperante que tiene, se ilusionó con que su ex compañero tenga una fiesta que “pueda disfrutar” ya que “se la tiene merecida” para luego virar sus bien predispuestos y placenteros comentarios plagados de buen humor y paz hacia River Plate, a quien también le deseó con gran ímpetu (el ímpetu que puede tener su fatigada voz) que vuelva a primera división.
Y en ese momento mágico, finalmente, María O’Donnell le agradeció a Fabio Vallejo su columna deportiva y continuó con el programa. Y yo llegué a mi trabajo.
Cuarenta cuadras en donde me dispuse a informarme sobre lo acontecido durante el día en el momento en que más escucho la radio ya que luego, con el trajín cotidiano, uno se desconcentra.
Cuarenta cuadras escuchando a Fabio Vallejo hablar “maravillas” del partido entre el Real Madrid y el Barcelona.
Cuarenta cuadras escuchando a Fabio Vallejo transcribir literalmente cada palabra de la conferencia de prensa que ambos directores técnicos dieron sobre ese partido.
Cuarenta cuadras escuchando a Fabio Vallejo comentar, conmocionado de alegría y profundamente ungido de placer, los dichos de Juan Román Riquelme, ese jugador mala onda que no puede alegrar ni dar placer a nadie cuando habla, tenga el estado de ánimo que tenga.
Cuarenta cuadras.
Hay que estar cuarenta cuadras hablando de fútbol en bicicleta, no me diga que no. No me diga que exagero, le pido por favor. Hay que estar. Haga la prueba, agarre una bicicleta y salga a pedalear cuarenta cuadras y hable solo de fútbol, hágalo. Hágalo y después, cuando lo haya hecho, estará a la altura de discutir si tengo razón o no. Porque yo no sé si le dije, pero creo que sí. Creo que ya todos saben de mi particular odio hacia el fútbol. Lo odio. Odio el fútbol. Odio el “futból”, como le dice mi hija más chica, que de tanto ver dibujitos en neutro habla como una colombiana nacida en el centro mismo de Medellín. No lo soporto. No lo entiendo. No entiendo por qué motivo esa gente maneja tanto dinero. No entiendo por qué razón extraterrestre un hincha fervoroso de algún club necesita imperiosamente escuchar por radio los replays de los goles los lunes a las 7 de la mañana, ¿qué ventaja tiene escuchar a un hombre destrozándose la garganta gritando un gol que no se está viendo el día después de acontecido y encima en el trabajo o en el auto o en la cama y por radio? Tampoco entiendo la desesperación plutoniana de escuchar con lujo de detalles lo que tienen para decir Mourinho, Guardiola, Messi o Riquelme, porque es siempre lo mismo, y realmente no puedo creer que no lo adviertan, porque si verdaderamente no lo ven, si verdaderamente no se dan cuenta de que todos dicen siempre exactamente lo mismo hay dos alternativas: O yo soy un observador de la putísima madre que lo remil parió, un observador de esos al que las potencias del mundo deberían consultar a diario por el bien de la humanidad, o los hinchas de fútbol y los fanáticos de este deporte desesperante están completamente sedados y anestesiados al punto de la gota de baba. Y quiero creer que es esto último, porque el solo hecho de suponerme en el rol de Observador Galáctico de la Humanidad Toda me pone panicoso.
Cada vez que un equipo gana un partido y los jugadores están volviendo a los vestuarios o ya se encomiendan a brindar una conferencia de prensa, los periodistas les hacen siempre las mismas tres preguntas. Y los jugadores contestan siempre, de la misma manera, las mismas tres respuestas. Siempre. Desde que tengo uso de razón, o sea, desde hace más de treinta años.
Ejemplo de victoria:
Periodista: Que gran partido que tuviste, Fulanito…
Jugador: Sí, la verdad que sí. Contento. Me debía este partido y se lo debía a la gente.
P: Se les dieron todas…
J: No, sí. Estoy muy contento. Ellos salieron a buscar el partido y nosotros sabíamos que iba a ser un partido difícil, así que nos cuidamos y le metimos presión y pudimos encontrar el resultado, así que muy contentos.
P: Me imagino, ¿cómo se sienten para la próxima fecha con este triunfo tan importante?
J: No, bien. Contentos. Contentos y con los pies sobre la tierra. Deportivo La Poronga es un rival difícil y vamos a tener que salir a buscar el partido, tienen una defensa muy cerrada y seguro que intentarán buscar el partido, así que con cuidado y con respeto.
P: Gracias, Fulanito.
J: No, gracias a vos.
Y cada vez que un equipo pierde un partido también pasa exactamente lo mismo, observe este ejemplo de derrota:
Periodista: Qué momento difícil, Menganito.
Jugador: Sí, la verdad que sí. Muy triste por no haber podido darle una alegría a la gente, que son lo más importante, ¿no?
P: No se les dieron algunas jugadas…
J: No, no tuvimos suerte... Lamentablemente no se nos dio aquella pelota que pegó en el palo en el primer tiempo… Si hubiéramos convertido ese gol, otra hubiera sido la historia, pasa que ellos aprovecharon el momento y nos hicieron 4, pero bueno, son cosas que pasan en el fúlbo, ¿no?
P: ¿Te enojaste con Sultanito? Te vimos insultarlo agarrándote el escroto y recriminándole cosas después de aquella jugada donde perdió tontamente la pelota desencadenando el segundo gol de ellos…
J: Sí, no. Lo que pasa es que dentro de la cancha, con la adrenalina… Uno se pone nervioso, pero con Sultanito está todo bien. Son discusiones del juego que quedan dentro del vestuario, ¿no?
P: ¿Y cómo se ven ahora para el próximo partido? Perdieron 3 puntos muy importantes…
J: No, sí… Vamos a tener que salir a buscar el partido e intentar ganarlo, necesitamos ganarlo para poder sacar 3 puntos que hoy por hoy son muy importantes, Atlético Del Orto es un equipo difícil que va a salir a buscar el partido y nosotros tendremos que evitarlo.
P: Deben ganarlo si pretenden sumar tres puntos…
J: No, sí. Aparte queremos ganarlo, queremos darle esa alegría a la gente, que son los que más importan, ¿no?
P: Gracias, Menganito.
J: No, gracias a vos.
Siempre igual. Siempre lo mismo. No importa si lo dice Riquelme o Schiavi o Passarella o Messi o Guardiola o Romário.
¿No se da cuenta, señor futbolero, que esta gente gana en un día lo que usted gana en un año y siempre dicen lo mismo?
¿Usted sabe que Messi gana en un minuto de trabajo lo mismo que gana mi mujer en un mes, siendo una científica que estudia incansablemente la cura contra el Parkinson y el Alzheimer y hoy está sin cobrar por seis meses porque tiene una brecha entre beca y beca?
¿No vio que Messi, con esa voz digna de un ser con pocas luces, siempre responde a cualquier pregunta que se le haga que está “muy contento” y que ni siquiera le sale bien ese elemental comentario pronunciándolo con voz grave y tubular: “Toy muy coteto”?
¿Qué cosa le da tanto “placer” a Fabio Vallejo como para llegar a decirlo por radio de una conferencia de prensa que pueda dar el amargo, pedante, creído y mala onda de Juan Román Riquelme?
¿Se puede señalar como “placentera” una conferencia de prensa de Juan Román Riquelme?
¿Por qué motivo ingrato la gente se pone como loca con el fútbol si es un deporte que hace décadas está desvirtuado por el dinero que maneja?
¿Qué tiene de orgullo madrileño tener el “mejor equipo del mundo” si sus jugadores vienen de cualquier parte del globo menos de Madrid? En serio lo pregunto, y señalo al Real Madrid porque en la época de Beckham fue el ejemplo más rutilante de todos, ¿qué tenía de meritorio para un hincha del Real Madrid que su equipo fuera el mejor del mundo si estaba compuesto por cracks de todas partes del planeta que cobraban una cantidad de millones de euros que sumada podría haber paliado un tiempo el hambre en África?
¿Qué sentido tiene la cargada a la hinchada opositora en una situación así?
“Ehhh, les rompimos el orto! Nosotros somos los mejores!”
¿Quiénes son “nosotros”? ¿Quiénes son “ustedes”?
¿Por qué la gente insiste en instalar la polémica sobre Messi y Maradona y ya hay muchos que señalan que Messi es más que Maradona? ¿Quién es el desagradecido que no advierte que Messi nunca será Maradona?
Lionel Messi es un muchacho que partió a España siendo aún un niño, que desde sus 10 años tiene su vida asociada, asegurada, engrampada y condenada a España, que gana muchos millones de euros por año y que funciona como una computadora comandada por el Barça. Lionel Messi pierde el rumbo en el preciso momento en que se clava la casaca celeste y blanca porque más de la mitad de su vida vivió y jugó en España y porque le debe sus piernas al club español, que fue quien le compró el postre Serenito durante su años de niñez cuando se temía por su normal crecimiento.
Diego Maradona jugó la última mitad del mundial 86 con un pie completamente destrozado, enfelulado y con el botín sin cordones por la cantidad asesina e inadmisible de pisotones y patadas “mala leche” que le propinaron para frenarlo. Diego Maradona terminaba los partidos y se sacaba la camiseta y la estrujía en cámara mostrando la catarata de transpiración que caía al suelo con una sonrisa en la cara que no se le borraba con nada, ni siquiera con el punzante e intransferible dolor que sentía en ese momento en los pies.
Diego Maradona pasó noches enteras intentando solucionar sus problemas en los pies mientras sus compañeros dormían porque al día siguiente se venían los octavos, y después los cuartos, y después las semifinales, y después la final, reunido con Bilardo y con los médicos del equipo que debatían infructuosamente como revertir lo imposible, ¿usted imagina a Lionel Messi con un dedo apenas hinchado o con un rasponcito en la canilla? No, ¿no?
El fútbol se terminó el día en que Diego Maradona mostró lo que tenía para ofrecer.
El fútbol se terminó el día en que Diego Maradona cobró su primer sueldo millonario.
El fútbol se terminó el día en que Diego Maradona comenzó a drogarse tanto que no pudo continuar haciendo lo que mejor sabía, que era jugar al fútbol.
Luego de su muerte, el fútbol resurgió de sus cenizas para convertirse en lo que es hoy: un negocio destellante que baila la danza del dinero, que tiene un alto grado de corrupción, por culpa del dinero, que está enquistado dentro mismo de la dirigencia de la FIFA, en donde los mejores jugadores del mundo ganan entre dos y tres millones de euros por mes, motivo exclusivo e irrefutable que los priva de sentir la camiseta de sus amores y único culpable de que a la hora de participar en el único evento en donde el dinero no tiene nada que ver, que es el mundial de fútbol, el jugador no solo no siente la camiseta sino que, para peor, lo único que ansía es que se termine el mundial de una vez por todas para poder volver a su vida normal, que es entrenar con un séquito de médicos y preparadores físicos personales, manejar sus autos descomunales, cogerse las minas más zarpadas del mundo, vestir la ropa mejor diseñada y firmar, todas las semanas, nuevos contratos millonarios de delirantes publicidades que nada tienen que ver ni con la personalidad ni con el fútbol que estos cracks juegan, que pregonan, envalentonadas: “Messi usa Gillette” – “Messi toma café “Sentadito” – “Messi come papas fritas con la boca” “Messi tiene los dientes blancos porque se cepilla a tal morocha”…
Eso es el fútbol hoy. Y lo más desesperante de todo es que al futbolero de a pie al que le haya hecho este tipo de planteos ha estado completamente de acuerdo conmigo. Pero el domingo que viene se sentará y se pondrá a mirar el partido del Barça contra el Real Madrid, en donde puteará o se asombrará con la millonada de plata que cobran algunos pataduras que participan en el evento mientras se clava un Cynar con soda y después se va a dormir una siesta porque la plata no le alcanza y el lunes va a tener un día bravo…
¿De quién es la culpa de que Lionel Messi gane tantos millones de euros y haga tantas piruetas súper talentosas en el Barça para luego mirar con desconcierto a sus compañeros de la selección cuando le toca ponerse la celeste y blanca?
¿Por qué motivo tengo que soportar durante todo un viaje entero al trabajo que iba a ser placentero los comentarios deportivos del fútbol europeo y los dichos de Juan Román Riquelme, ser que me pone absolutamente del tomate por la lentitud con la que se mueve por la vida?
¿Por qué tengo que soportar fútbol por todos lados si no me gusta y no lo tolero?
¿Cuándo van a meter un programa de radio serio, que se pueda escuchar y que no hable una sola palabra de Palermo o de Guardiola o de Messi?
Odio el fútbol. No quiero fútbol, Cristina. Hagan un plan "Fútbol para casi todos" así me corren de ese lugar que tanto me molesta y me dejan ir en bicicleta escuchando una colorida variedad de noticias.
Muchas gracias.