Y ¿la verdad?, yo estaba orgulloso de mi país, al fin una buena. Al fin le íbamos a mostrar a esos piratas hijos de puta quién mandaba por estos lados del océano atlántico, y si “el principito” no lo entendía, que se venga que le presentaremos batalla. ¡Cómo me gustó esa frase! Me hizo llorar, “que se venga, que le presentaremos batalla”, qué mierda… Ya iba a ver, ese principito pirata con quién se había metido. Era un sueño hecho realidad. Al fin le íbamos a demostrar a esos ingleses forajidos cuántos pares eran 3 botas.
Fue un momento raro, inundado de las más motivadoras sensaciones que puede sentir el cuerpo humano: Amor propio, orgullo, coraje, deber, patriotismo y, sobre todo, la necesidad de reventar de ira de una vez por todas. Yo no sentí esa sensación ya que era un niño y no sabía tan claramente lo que estaba pasando en el país, pero se me ocurre que el adulto de a pie de aquel momento debe haberse aferrado a eso como es costumbre en nuestra idiosincrasia argentina: cargando contra algún chivo expiatorio para tapar otras cuestiones y así seguir adelante.
Y ahí fuimos todos a las plazas, a apoyar al viejo borracho en su loca intentona por recuperar las islas y a colaborar con dinero, joyas, ropa, comida y mantas para abrigar, alimentar y solventar económicamente, de la mano de Pinky y Cacho Fontana, la campaña de nuestros amados jóvenes compatriotas que se fueron a las islas a luchar contra el viento, el frío y los piratas usurpadores mientras nuestros piratas militares de alto rango se quedaban con todas las cosas que inocentemente el pueblo donaba para que los soldados enfrenten una guerra más digna (...)
Y mientras la guerra sucedía, las revistas “Gente”, “La Semana” y “Siete Días” nos tenían al tanto del “score” bélico, con eufóricos letreros que pregonaban “Estamos Ganando” junto con los optimistas reportes de Nicolás Kaszanzew, que siempre traía buenas noticias del sur.
Y la guerra terminó y los ingleses nos ganaron y pasaron treinta años en donde, haciendo uso despiadado de nuestra implacable argentinidad al palo, metimos debajo de la alfombra a los soldados que volvieron vivos, a los que murieron en las islas y a los que se fueron suicidando superando con creces el número de víctimas en combate por no haber podido soportar vivir aquella experiencia aterradora sumada a la indiferencia del pueblo y a la falta de acción de los distintos gobiernos que sucedieron al viejo borracho que los mandó a pelear contra una de las potencias mundiales con unas camperitas viejas y unos fusiles del año del pedo.
Y aquí estamos hoy, intentando hacer valer nuestros derechos de soberanía por la única vía admisible, tratando con un ser que por estos días gobierna Inglaterra que no colabora en lo más mínimo con sus indignantes declaraciones cada vez que abre esa maldita boca que tiene, que hace que uno tenga ganas de estar en una habitación a solas con él y que haya una suerte de “pido gancho legal” para recontra recagarlo bien a trompadas. Porque es un irrespetuoso, porque es más pirata que ningún otro, porque vive alentando entrar en conflicto bélico, porque nos señala a nosotros como usurpadores, porque es altanero hasta el ridículo y porque es inglés y está defendiendo un imbécil derecho a la autodeterminación, aferrándose a eso con ambos brazos mientras el resto del mundo, como siempre, hace la vista gorda.
Y siempre me pregunté para qué sirve la ONU, siempre, de chico. Porque ¿qué hacen ahí dentro? ¿Para qué pagan los sueldos de los empleados de esa Organización de Naciones Unidas? Porque no sirve para nada, bah, quizás sirva para algo, aunque no sé para qué. Yo creo que no. En primer lugar, que el edificio de la ONU esté en New York no da mucha seguridad a los países con menos recursos a sentirse protegidos. Y siempre, desde que tengo uso de razón, los dictámenes que emanaron de ese edificio fueron por demás de hipócritas, porque si todos saben que Inglaterra está invadiendo las Islas Malvinas y todos están de acuerdo a que esto es así, la ONU debería, haciendo uso de su poder como “consorcista mundial”, obligar a Inglaterra a: abandonar su soberanía de Malvinas y aceptar a la Argentina como única soberana, pagar una multa monumental por el tiempo en que usurpó el archipiélago, y soportar un sin número de penitencias mundiales y globalizadas en caso de no aceptar la realidad, no sirve de nada que la ONU le sugiera a David Cameron que debe “acceder a entablar el diálogo” con Argentina referido a la soberanía de las islas, porque la labor de la ONU debería ser la arriba planteada y no otra, de lo contrario, no solo no sirve para nada, sino que también deberían utilizar ese edificio para otras cosas, vendérselo a alguna corporación que instale ahí dentro sus oficinas y listo, dejarse de joder con eso de que los países están protegidos gracias a que la ONU existe y sirve de intermediario o de moderador o de árbitro en tal o cual disputa, porque no suma ni resta.
Pero esto no va a ocurrir jamás, porque la ONU está enclavada en New York y porque es una pantalla idiota que solo sirve para “hacer ver” que los pueblos están protegidos o que las leyes se hacen valer. Y David Cameron seguirá ocupando nuestras islas porque nadie levanta el dedo y le dice que está equivocado cuando advierte, completamente sacado y a los gritos como si se tratara de un energúmeno hooligan que “La Argentina es la que tiene intereses colonialistas sobre las islas”. ¿En qué cabeza cabe decir semejante barbaridad, Cameron? ¿Qué busca haciendo ese tipo de comentarios? ¿Usted supone que nosotros vamos a pisar ese palito imbécil? ¿Usted realmente cree que nosotros tomamos whisky mientras decidimos el provenir de nuestro pueblo como el borracho que nos mandó a la guerra en el 82?
Las islas Malvinas son argentinas, al igual que el mar que las rodea. Usted no tiene nada que hacer ocupándolas y debe al menos llamarse a silencio y hacerse el pelotudo, porque indigna, porque es un energúmeno, porque es un irrespetuoso y porque tiene en sus espaldas siglos de saqueo en donde se consolidaron como lo que son: un grupo de piratas que van de aquí para allá robándolo y usurpándolo todo.
Cuando el ser humano no tiene razón, grita, Cameron. Y acá el que está gritando es usted.
Espero con ansias que este 30 aniversario de la guerra de Malvinas sirva para que cada uno de nosotros abrace a un excombatiente y le transfiera en ese abrazo todo el amor que estos hombres hace 30 años necesitan sentir de nuestra parte, porque son nuestra vida, porque salieron a defender el patio sin peros y porque los abandonamos a su suerte.
Cambiemos esto de una vez por todas y aceptemos que todos metimos la gamba, porque de lo contario seguiremos ninguneando excombatientes en lugar de aplaudirlos con los mocos por el piso de la emoción, que es lo que debería ocurrirnos cada vez que veamos pasar uno de ellos frente a nuestras narices.
Ojalá que no muera un soldado más de depresión.
Ojalá que nuestros gobiernos no sientan nunca la necesidad de contestar agravios pelotudos.
Ojalá algún día la ONU sirva para algo.
Ojalá que algún día David Cameron y sus secuaces paguen sus deudas con el mundo entero, que tienen muchas.
Ojalá que este mundo cambie, de una vez por todas.
Me gustó mucho todo lo que leía hasta ahora, ¿hay más posts ó solo los 3 que se ven acá?
ResponderEliminarSaludios Juan carlos, también soy de Rosario.
Tenés que fijarte abajo de todo, a la derecha. Dice "Entradas Antiguas", cliqueá ahí y sigue... Hace como 3 años que escribo a razón de una o dos opiniones mensuales, así que tenés para entretenerte.
ResponderEliminarMi nombre es Juan Pablo Scaiola, JuanCarlosGilmour es el seudónimo con el que escribo.
Gracias por tus comentarios y me alegra que te guste lo que escribo
Saludos.
JUan