viernes, 13 de mayo de 2011

El arte de aplastar

Hoy les voy a contar la historia de Facundo H.

Facundo H. es un chico de 12 años que integra las filas de la clase media alta, uno de esos deleznables escalafones socioeconómicos que nos demarcamos para diferenciarnos unos de otros, para poder disociarnos en 5 grupos: Pobres – Clase media baja – Clase media – Clase media alta – Rico.

Facundo H. es muy amigo de Paulina S., van juntos a la escuela y se conocen desde muy chiquitos. Y son íntimos amigos. Desde siempre. Facundo tiene un pasar mucho más holgado que el de Paulina.

Cuando comenzaron a surcar este difícil tramo de la vida que es la primaria, Facundo siempre hacía alarde de los aparatitos tecnológicos que el padre le traía de sus viajes al exterior, porque el papá de Facundo viaja mucho al exterior. Es un hombre con mucho trabajo.

Y entonces, cada seis meses, Facundo iba a la escuela con su último celular, o su último MP3, o su último calzoncillo atómico. Porque el papá de Facundo viaja mucho al exterior por trabajo, casi nunca está en la casa. Es un hombre muy trabajador. Y reemplaza su presencia paterna en casa con aparatitos electrónicos de alta gama.

Pero Facundo fue creciendo y los años pasaron y un día se dio cuenta que no era tan importante tener el último modelo de celular o la última playstation o la última Wi. Y empezó a mirar la vida de otra manera (debo reconocer que me cagó, porque si había un niño del curso de Paulina del que yo jamás hubiera supuesto semejante cambio a tan corta edad era precisamente él. Pero me la puso. 12 años.) Y Facundo comenzó a interesarse más por otras cosas más terrenales, más pasionales. Y fue así que un día abrió el cajón en donde tiene sepultadas las baratijas que le regala el padre que viene coleccionando desde que tiene uso de razón (MP3, celulares, cámaras, videojuegos, etc) y descubrió una filmadora. Y le ofreció a Paulina hacer una especie de “sociedad” y comenzar a filmar películas de terror. Copado.

Paulina aceptó la propuesta con alegría y se enganchó con gran pasión en el proyecto. Y fue así que se creó una productora de filmes amateurs que no sólo no se la puede catalogar como clase B sino que ni siquiera integra el grupo de las clase Z. Si usted vio “Sexto Sentido”, en los extras, Manoj Night Shyamalan nos regala su primer película, filmada a sus 12 años con un amigo, y enternece y sorprende la magia y la desfachatez con la que tanto Manoj como su amigo actuaron esa absurda y tonta película de “terror” pero, como aclara él haciendo un preámbulo antes de que comience el pseudo filme, es un obsequio que nos hace a los televidentes para que entendamos que esto de filmar películas es un juego, y que cualquiera puede terminar siendo un muy buen director de cine. Sólo hace falta filmar y filmar. Y reírse, y aprender y corregir y editar. Y reírse y reírse. Porque la vida es un juego. Y hay que jugarla, porque es una sola:




Y entonces un día fueron a la casa de Facundo con otros compañeros de la escuela y filmaron “La mansión embrujada”. El papá de Facundo no estaba, seguramente se encontraba viajando por el mundo haciendo miles de negocios porque es un hombre muy trabajador, que no tiene tiempo para dedicarle a sus hijos y reemplaza su presencia en casa trayéndoles algo muy tecnológico de primicia absoluta de regalo de sus eternos viajes al exterior.

Y los niños filmaron la película. Y Paulina me trajo en un dvd los 10 archivos que la conformaban. La niña estaba realmente prendida fuego con el proyecto. Hacía rato que no la notaba tan encendida. Y a mí me re copó la onda, al menos en lugar de estar hecha una catatónica mirando Casi Angeles por internet con los auriculares pegados a la oreja hasta cualquier hora iba a estar editando un video. Iba a estar editando su primera película.

Como yo me doy maña con los editores de video, le expliqué cómo funcionaba y, debo reconocerlo, casi se lo edité por completo; porque los editores de video son muy difíciles de manejar, entonces lo editamos juntos, para que aprenda, así el próximo proyecto lo podría hacer ella sola.

Y entonces fuimos cortando, pegando, mezclando escenas, agregándole efectos de audio copados, voces súper graves, reverberancias, planos en negro con algún título de siguiente escena. Toda la semana estuvimos con el video. Costó mucho trabajo.

Anoche lo terminamos, con la lengua afuera y los ojos secos, y lo subí a youtube para que Paulina pueda postearlo mañana en su Facebook y así divertirse con sus amigos. Y hoy, mientras comía unos fideos con bolognesa magistrales que preparó Pía, una amiga mía, Paulina me llamó al celular, muy preocupada, para que saque de youtube en ese instante el video. Yo le dije que no podía hacerlo ya que no estaba en casa y no había llevado conmigo la notebook, pero se la notaba preocupada. Al rato me llamó de vuelta y tuve que darle instrucciones para que ella lo borre de youtube, ya que me faltaba bastante para llegar a casa y no me gustaba nada el tono de su voz. Se la notaba desesperada.

Al volver a casa la llamé, inquieto, y le pregunté qué había pasado. Resulta que el papá de Facundo volvió de su milésimo viaje por el exterior y Facundo, orgulloso y buscando que su padre lo atienda y se sienta admirado por él aunque más no sean unos segundos, quiso mostrarle con gran euforia lo que había conseguido: filmar una película.

Al papá de Facundo no le gustó ni mierda la película. Y atemorizó hasta los huesos a su hijo con las posibles situaciones dantescas que, de ahí en más, de seguro sufrirían; porque, según el padre, su hermana menor sale en el video y se la pueden robar, y en una escena, muy pero muy a lo lejos, se advierte la sombra borrosa de lo que podrían ser los números de la patente de la Meriva de la mamá de Facundo. Y eso no lo podía permitir. Y le ordenó a su hijo que no filme más películas y que baje inmediatamente ese video del youtube. Que a quién le había pedido permiso para hacer eso…

Lamentablemente no sé a ciencia cierta cuál fue la sensación que debe haber sentido Facundo ante esto, sólo sé que Paulina intentó llamarlo varias veces y nunca contestó sus llamadas (seguramente estará en penitencia, encerrado en su pieza sin celular), pero la imagino un poquito, yo también fui chico y también intenté desde siempre hacer algo copado con mi vida y mi padre se encargó con ahínco de impedirlo.

En el futuro, Facundo podría haberse transformado en un director de cine muy malo, en un director de cine de medio pelo, o en un director de cine del carajo. No importa. Cualquiera de las tres opciones nos iban a regalar un Facundo feliz.

No creo que Facundo insista con esto del arte y la pasión por el cine, ni por investigar ni crear nada. Con seguridad cuando cumpla 18 va a estar trabajando con su padre, con el culo en un avión, tratando de conseguir los productos que su padre vende más baratos en Indonesia. Y será un hombre igual de triste, apagado y vengativo como su padre.

Hay muchas artes en este mundo.

Aplastar las pasiones de un hijo por temor al fracaso o por envidia por no haber podido hacerlo uno es un arte implacable y deleznable que varios seres humanos portan entre sus virtudes.

Demos un caluroso aplauso al papá de Facundo H., que acaba de destrozar a martillazos la semilla de la pasión de su hijo, para guiarlo por el camino de lo seguro, para que siga sus pasos, y para que sea tan infeliz como él cuando sea grande.

Muchas gracias.

6 comentarios:

  1. Así comenzaron muchas nenas filmadas por terceros....y hoy son las actrices de esas películas que usté sabe que veo yo: tenga cuidado!

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  2. Mmm, puede ser... Después te paso la dir de donde vive este chico, así te vas a vivir ahí y arman un gheto de pelotudos.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Sí, cuchurrumín, cómo no te voy a querer

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