domingo, 1 de mayo de 2011

Anécdota Fiestera




Escuchen esta, que es buenísima:

Tengo un conocido que se compró hace unos meses el nuevo Ford Fiesta, esa copia absurda del Honda Fit que vende la fábrica de automóviles americana más famosa del mundo.

Resulta que el tipo se compró el auto en un color bastante desagradable, algunos dicen que es rosa, otros señalan que es magenta, otros dicen que parece una gigantesca placenta metalizada. No lo sé. Lo que sí sé es que es el color más ridículo del mundo a la hora de elegirlo para el medio de locomoción que te acompañará por al menos 5 años; pero bueno, el hombre también tiene desde hace más de 10 años una Ford Courier color berenjena, y encima la Courier parece una berenjena, así que la pegó. Cuando anda en la Courier parece un dibujito animado. ¿Vieron que Bob Esponja maneja una hamburguesa? Bueno, éste muchacho pareciera que manejara una berenjena gigante.

Y bueno, se compró el Fiesta y estaba muy contento, y me lo mostró y me subí al cockpit y me sorprendió la desfachatez con que Ford copió hasta el diseño del volante del Honda Fit de manera sorprendente. Le salió igualito.

Con un tablero bastante sofisticado para ser un Fiesta si uno recuerda el modelo anterior, quedé anonadado con todos los chiches y huevadas que trae de serie: air-bags por todos lados, mp3 y comandos al volante, techo corredizo eléctrico, espejos eléctricos, qué se yo… Parece un auto de un par de escalones más arriba de lo que verdaderamente es, porque a pesar que es una copia desvergonzada del auto japonés, vale aclarar que vale como 15 lucas menos.

Entonces el tipo anduvo la primera semana tratando de entender el funcionamiento del tablero de su nuevo auto, cosa casi imposible en un ñato de 60 años, a mí me costó bastante entender algunas cosas que traté de explicarle y hubo otras que no sólo no las entendí sino que encima decidí no seguir apretando botoncitos al pedo. Son muy difíciles de utilizar las “comodidades” del tablero. Cambiar de radio a MP3 o de MP3 a CD, o de CD a radio es una empresa imposible que no creo que los jovencitos forros que nos superan con el conocimiento de la tecnología sepan encontrarle la vuelta.

Más allá de eso el hombre decidió, al menos por las primeras semanas y hasta que le agarre la mano, escuchar sólo la radio, así no rompía nada. Y andaba muy feliz con su autito nuevo color rosa, o color magenta, o color placenta con olor a nuevo.

Un día fue a la cochera, a la mañana temprano, para ir a su jornada de trabajo y el auto no le arrancó. Intentó varias veces pero nada. Muerto completo (Sí, no ponga esa cara, no le arrancó. Posta). Salió del edificio y se tomó un taxi y al llegar a su oficina llamó a la concesionaria para señalar el problema que había tenido y la empresa mandó de inmediato una grúa con un mecánico para solucionar el intríngulis. Se llevaron el auto y se lo devolvieron a la tarde con el desperfecto solucionado. El hombre preguntó cuál había sido el problema pero los mecánicos no supieron responder, señalándole que lo use y esté atento, porque no sabían si lo habían resuelto.

El hombre siguió usando el auto y el domingo a la noche se fue a comer al club donde es socio, y cuando quiso volver a su casa el auto no arrancó. Y era Domingo por la noche, así que el Fiesta nuevo y 0 Km color placenta durmió a la intemperie hasta el lunes. El hombre llamó a las 7 y media de la mañana a la concesionaria para advertir el problema. La concesionaria envió una grúa y un mecánico, pero esta vez no hizo falta llevarlo al taller. Cuando el mecánico intentó darle arranque, el Fiesta arrancó sin vacilar así que, poniendo cara de incertidumbre, se bajó del auto y le dijo al dueño que lo controle, que no sabe qué problema puede estar teniendo.

Y las semanas pasaron y el Fiesta dos por tres no arrancaba y venían con la grúa y los mecánicos hasta que llegó el día de las vacaciones. El dueño del auto debía ir a Posadas, a las cataratas, y había planeado hacerlo con su flamante Ford Fiesta color coágulo sanguinolento maquillado, pero ahora sentía un grueso y áspero palo en el culo… ¿Cómo irse a tamaño viaje con un auto que dos por tres no arranca y que nadie sabe por qué?

Así que fue a la concesionaria y le explicó su dilema al jefe de taller, que fue muy comprensivo y le reveló que no saben qué problema tiene el nuevo Ford Fiesta, pero que 4 de 10 que venden tienen ese desperfecto. Que al ser un “sistema de arranque eléctrico nuevo y diseñado en exclusiva para dicho modelo”, aún no tienen la certeza de qué es lo que le ocurre, pero que se quede tranquilo, que él también se iba ese día de vacaciones y que hasta que no esté solucionado el problema no se iba a ir a su casa… Que si era necesario le extraerían el sistema de arranque a otro Fiesta y se lo colocarían al suyo.

Entonces el hombre preguntó qué garantías tenía de que el “sistema eléctrico de exclusivo e innovador diseño” que le colocarían de otro Fiesta no sea uno de los 4 de cada 10 que no funcionan, y el jefe de taller le dijo que no podría tener tanta mala suerte, que se quede tranquilo…

Entonces el hombre se fue a Posadas manejando con cautela y un enloquecedor bate de baseball en el tujes y el auto nunca más falló. Se ve que el “sistema eléctrico de exclusivo e innovador diseño” que le sacaron a ese otro Fiesta era de los 6 de cada 10 que sí funcionan.

Y el tiempo pasó y un día me encontré debatiendo con un grupo de mujeres de mediana edad sobre los nuevos modelos de autos que estaban saliendo y una de ellas, a la cual vi solo un par de veces, señaló que tenía que cambiar el auto, que a ella le gustaba mucho el FIT, pero que salía muy caro, y que esta semana había visto el Fiesta nuevo y que se había enamorado completamente, que era ideal para ella, porque es sóla, y que todo lo que le critican al auto que atrás es muy chiquito (cosa muy cierta) a ella no le jode para nada, porque ella es sóla.

Entonces, como cuando soy testigo de algo que está mal me gusta comentarlo al menos entre mis conocidos para que otros no pisen el palito o no sufran gratuitamente los flagelos que las corporaciones capitalistas que gobiernan el mundo nos infligen, le advertí que tenga cuidado y que si decidía comprar ese modelo, pregunte antes, porque un amigo compró uno y tuvo problemas porque “4 de cada 10 tienen una falla y no arrancan”. A lo que me contestó, con ojos de soñadora: ¡Ay, pero es tan lindo! Decile a tu amigo que lo felicito.

Yo insistí, perplejo, señalándole que una multinacional como Ford no podía sacar al mercado un modelo con una falla tan grosera y que busque otro auto, porque la misma gente del concesionario había alertado lo de “4 de 10”, pero la mujer, con ojos de enamorada y las manos enroscadas en el pecho continuaba diciendo, embelesada “Ay, ¡pero es tan lindo!” ¡Decile a tu amigo que lo felicito!


Entonces medio que me enloquecí un poquito, porque hay cosas que me enloquecen y le dije, ya con voz un poco más gruesa y modulando bien las palabras, que si me había escuchado lo que le había dicho. Y ella, sin mirarme y con la vista perdida en el horizonte, completamente ida y enamorada, me repitió: Ay, sí, ¡pero es tan lindo!, decile a tu amigo que lo felicito.

Y me fui de la reunión. Me fui. Porque me empecé a sentir mal. Me parece que tenía palpitaciones.

Pregunta:

¿De quién es la culpa de que Ford venda un modelo de auto que viene fallado de fábrica?

¿De Ford o de los que sabiendo el problema van y lo compran porque es tan lindo mientras felicitan con gran animosidad a quien ya lo compró?


Así estamos. Y no nos quejemos.

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