domingo, 19 de junio de 2011

Aristas de un país que no cambia.

No vamos a cambiar. Hay que afrontarlo y ponerle el pecho a la realidad. Usted se preguntará por qué motivo estoy tan negativo y no le pongo onda. Es muy simple, tengo un don especial para estar viendo siempre las cosas que me demuestran que somos unos idiotas. No sé si es un don especial o un karma desesperante el que poseo, pero lo tengo, y debo cargar con esa cruz.

Antes de las elecciones que acaban de pasar donde Bolazzo y Charletta perdieron a manos de Pelado y Pingüino, estaba muy indignado e iracundo con Miguel Torres del Sel. No podía concebir que ese muchacho se haya postulado para gobernador. No me entraba en la cabeza. Y para colmo el hombre no paraba de decir pelotudeces, porque se podría haber quedado callado y aparecer sólo en esas gigantografías que me daban acidez con esa sonrisa de mierda y esa chomba azul pero no, el tipo realmente se creyó Juan Domingo Perón y empezó a decir esto y aquello. Un sinnúmero de barbaridades dijo, ahora no las recuerdo todas y debería haberlas anotado pero no lo hice. Una era, lo recuerdo perfectamente:

“Cuando sea gobernador no va a quedar un negrito con hambre”

Y en otra clamaba, voluntarioso:

“No tengo idea cuánto vale un metro de caño, pero aún falta un año para asumir como gobernador. Así que voy a aprender”


Y esto me hace plantear dos opciones y sólo dos opciones, porque cuando me enojo me pongo medio estricto y se me cierra el abanico de posibilidades, ¿sabe? Y las dos opciones son:

O este hombre es un despiadado hijo de puta

o es un pelotudo inconmensurable.

No hay otra alternativa.

No podés tener cincuenta y pico de años y no darte cuenta que no podés decir esas cosas en este país después de todo lo que ya ha pasado. No podés. Debería estar prohibido. Deberían encarcelar a los seres humanos que digan esas cosas alegremente. Debería haber una ley que nos proteja de este flagelo.

Más allá de eso, debo admitir que no me hacía tanto ruido. Realmente creía que se estaba cavando la fosa, que se acababa de inmolar. Y me parecía fantástico ya que nunca lo soporté, nunca entendí Midachi y mucho menos lo toleré vestido de doña Tota, personaje desagradable si es que hay uno en este país que se pueda tildar con el título de “Más desagradable”, pasándole el trapo a Zulma Lobato sin duda alguna.

Y después llegó el momento de la verdad. Verdad cruel y maldita. Del Sel salió tercero. Ni él se lo creía, fíjese bien esta foto, como festeja, note la cara de sorpresa que porta:



Tercero salió. Primero Pelado. Segundo Charletta. Tercero Del Sel, con 235.000 votos. Doscientos treinta y cinco mil santafesinos fueron a las escuelas asignadas para dicha elección y votaron por Miguel Torres del Sel.

Increíble.

Entonces me quedé mal, porque no puedo entender que sucedan este tipo de cosas en 2011. No logro asimilarlas.

¿Qué hace que un tipo vaya al aula que le corresponde, se siente, agarre la sábana esa nueva llena de fotitos y le haga una cruz al lado de la carita de Miguel Torres del Sel?

¿Qué tiene en la cabeza un tipo que hace eso?

¿Por qué motivo hay 235.000 tipos en la provincia de Santa Fe que hicieron eso?

¿Realmente suponen en Miguel Torres del Sel una opción seria?

¿Qué los atrajo de su discurso o de su ideal de provincia para elegirlo? ¿En serio creen que Miguel Torres del Sel no va a dejar un solo “negrito” con hambre? ¿En serio suponen que en un año, Miguel Torres del Sel no solo va a aprender cuánto vale un metro de caño sino que, encima, logrará entender cada minúscula arista que comprenda el rol del gobernador de provincia? ¿En serio creen eso?

Es impensado lo que ocurrió con este muchacho. Y encima ahora tengo que ver el cartel del día después, porque Macri tiene guita y puede seguir publicitando al petiso por los siglos de los siglos. La nueva gigantografía dice así:

“Ahora sí, Miguel gobernador.”

Con la misma sonrisa de pelotudo que portaba antes del batacazo. Y llenaron Rosario con la cara enorme de este petiso desagradable.

Y ayer paseaba con mi perra por el parque y vi, alelado, una de esas propagandas con el habitual “Ahora sí, Miguel gobernador” al que le habían escrito, bien grande y con aerosol un revelador mensaje: “Es Macri”.



Y me volví a enojar. Y mucho. Muchísimo, casi diría que me escandalicé. Porque no podía entender que alguien se haya tomado el trabajo de escribir semejante obvia pelotudez en la cara de este hombre desesperante. “Es Macri”. ¡Claro que es Macri! ¿Quién va a ser? ¿Manrique? (Hola, amigos…)

Pero después de un rato asimilé lo que leía, entendí a quién iba dirigido. Y no pude más que estar de acuerdo, porque ese absurdo vaticinio va dedicado a los 235.000 santafesinos que lo votaron. “Es Macri” debería decir en su frente, en el paragolpes de su lujoso auto, en la puerta de su casa, en la espalda de cada saco que se ponga. Porque si en una primera instancia hubo 235.000 personas que lo votaron, significa que esas personas necesitan imperiosamente que les aclaren a quién apoya el petiso este, por más que salga con fondos amarillos y con logos de “pro” por todos lados, abrazado generalmente a Mauricio Macri.

Es muy necesario aclarar todo en este país, porque vivimos en cualquiera. Y porque a nadie le importa un carajo de nada. Porque luego, cuando a del Sel le quede enorme el cargo de gobernador, los que lo votaron se van a mirar entre sí mientras se sacan los mocos con parsimonia sin saber qué pasó.


Y cambiando de tema pero no de problema, el domingo fui a pasar el día de unos amigos que viven acá nomás, a cien kilómetros, y comimos un asado que hice yo mismo al sol, el día estaba lindo.

Y después me tiré un rato, porque asado, sol y vino me dan sueño. Y manejar de vuelta por la ruta con modorra no es lo más atractivo del mundo así que siempre me preparan un sofá grande donde dormito una horita, para encarar recuperado la vuelta a Rosario.

Pero jugaba River. River contra alguien. El que me lee asiduamente sabe bien que no me interesa el futból. Y en la casa se encontraba un integrante de la familia al que llamaremos “Gallina” que es hincha fanático del club de Nuñez. Y que sí le interesa el futból. Y mucho.

Y se la pasó gritando, como un retardado mental: “¡¡¡¡¡DALE, DALE, DALE, DALE, DALE!!!!!!!”, cuando algún integrante del equipo de sus amores se hacía propietario, al menos por un instante, del balón en juego: “¡¡¡¡¡DALE, DALE, DALE, DALE, DALE!!!!!!!”, gritaba, cada tres o cuatro minutos: “¡¡¡¡¡DALE, DALE, DALE, DALE, DALE!!!!!!!”, aunque a veces el que se apropiaba del balón era un tal “pelado” que se me ocurre que debe ser Almeyda, que sé que le dicen así sin fundamento alguno, ya que es terrateniente de una larga cabellera rubia. E inisistía con el “¡¡¡¡¡DALE, DALE, DALE, DALE, DALE!!!!!!!”, metiendo de cuando en vez un distinto, pero muy enérgico “¡¡¡¡¡DALE, DALE, DALE, DALE, pelado, DALE!!!!!!!”.

Entonces mechaba. Por ahí mandaba un “¡¡¡¡¡DALE, DALE, DALE, DALE, DALE!!!!!!!”, y de vez en cuando lo reemplazaba por un sonoro “¡¡¡¡¡DALE, DALE, DALE, DALE, pelado, DALE!!!!!!!

Y estuvo así toda la tarde, bah, la hora que intenté dormir. En un momento se ve que River no retuvo más el balón, debe haber sido un recreo de 10 minutos, que es cuando finalmente logré dormirme. Pero inmediatamente, y a pesar de no estar reteniendo el balón con bravura, River hizo un gol. Y yo no le puedo transcribir los gritos desencajados que pegó Gallina ante el gol del equipo de sus amores pero usted se imaginará la situación. Solo le faltó pararse en pelotas arriba de la mesa de la cocina y revolear todas las sillas hacia la habitación en donde me encontraba, separada solo por una pared interna y una puerta entreabierta.

Y me volvió a despertar. Diga usted que me encontraba en su propia casa, por lo que desistí de hacer lo que me venía en mente todo el tiempo (ir a la cocina, agarrarlo del cogote y partirle una botella vidrio de coca cola de 1,25 litros en la cara, pero pegándole con el culo de la botella, repetidas veces, hasta que solo quede una masa viscosa y sanguinolenta en donde habitaba ese espléndido y joven rostro varonil que portaba con valeroso brío).

Y después vino el entretiempo, donde logré volver a dormitarme. Y Gallina ya estaba más tranquilo, el equipo de sus amores iba ganando 1 a 0 así que ya no estaba tan nervioso. Y logré dormirme. Pero sólo hasta que el equipo hijo de puta que jugaba contra River logró marcar un tanto a su favor haciendo que Gallina brame con toda su potencia un “¡Nooooooooo!” muy pero muy largo que no entiendo de dónde había sacado aire para mantener tanto tiempo la nota en stacatto. Parecía Carusso.



Y se fue todo a la mierda. Porque comenzó nuevamente con sus ilusos “¡¡¡¡¡DALE, DALE, DALE, DALE, DALE!!!!!!!” o “¡¡¡¡¡DALE, DALE, DALE, DALE, pelado, DALE!!!!!!!” y no me pude dormir más y me levanté, porque el solo hecho de pretender dormirme hacía que me ponga un poquito colérico y temía por mi salud mental. Así que fui para la cocina y me senté a ver el partido a su lado, mirándolo con inquisidora perplejidad, intentado hacerle ver que no solo me había despertado sino que me había desquiciado el domingo para siempre. Pero no se dio cuenta de nada, seguía mirando el TV con los ojos tristes e ilusos, viendo como se le escurría de las manos ese partido tan decisivo y tan necesario para no sé qué mierda con el tema de la promoción. Y al final, cuando faltaban 2 o 3 minutos dijo, casi al punto del llanto y en un hilo de lacónica voz: “Dale, River… Alegrame la semana”.



A mí la semana me la alegran mis hijas cuando vienen a verme, las cenas con mi mujer solos en casa escuchando la radio, un buen vino me alegra la semana, ensayar con mi banda también me alegra la semana. Acostarme a la noche y tener una película re buena para ver y no tener sueño me alegra la semana. Llegar a fin de mes airoso me alegra bastante la semana, aunque hace varias semanas que me viene llegando el agua al cuello.

El día que Gallina y los 235.000 santafesinos que votaron por Miguel Torres del Sel tomen conciencia de que la vida pasa por otro lado veremos el cambio que tanto anhelo. Mientras tanto habrá que esperar. Habrá que ver a Miguel Torres del Sel darse los cuernos contra la pared y dándose cuenta pasada la hora de arrepentimiento que es un muñequito que no puede hacer nada de lo que su cabecita de novia supuso que haría sin pedir permiso a sus superiores. Y habrá que seguir viendo a Gallina lamentándose al punto de no poder enfrentar la vida porque River empató, echándole a éste la culpa de todo lo que le pase en la semana, porque el muy desdichado club de sus amores no se la alegró.

Y mientras todo esto ocurre Miguel Torres del Sel llega bien a fin de mes, al igual que Pasarella, como también lo hace el pelado Almeyda. Como Grondona, que también llega bien a fin de mes. O como Mauricio Macri y su flamante esposa, ambos llegan bien a fin de mes. O como el papá de Mauricio, ese también llega bien a fin de mes. O como la ex novia súper pendeja del papá octogenario de Mauricio Macri, que también llega cómoda a fin de mes.

Es más, no solo llegan todos muy bien y muy holgados a fin de mes, sé de buena fuente que incluso les sobra.

1 comentario:

  1. Qué bueno cuando uno se da cuenta por donde pasa realmente la vida y qué bueno cuando puede comprobar que más de una vez, la semana nos la alegramos ó nos la arruinamos nosotros mismos.
    Terible lo de Del Sel, que por un rato casi lo tenemos de gobernador.

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