viernes, 3 de junio de 2011

Ases en la manga



Antes que nada me gustaría explayarme sobre la historia de los hermanos Schoklender, sobre todo para los más chiquititos, que no vivieron el caso por no haber nacido o por ser muy purretes cuando sucedió, y que cuando escuchan ese apellido les viene a la cabeza una mítica banda rosarina de los 90, o un par de pibes que mataron a los padres, pero sin saber ni cómo ni por qué. Así que aquí va:

A comienzos de la década del 80, Pablo y Sergio Schoklender eran los dos hijos varones de una familia pudiente porteña.

Mauricio, su padre, era un ingeniero de la firma Pittsburgh & Cardiff, que representaba en el país a los principales grupos empresarios europeos de la industria bélica, y fue durante la dictadura militar que estas empresas, y don Mauricio, lograron cerrar algunos de los más grandes negocios de sus historias. Mauricio era homosexual, y su mujer lo sabía. Pero la relación marital era muy extraña, eran más socios de andanzas que pareja, y cada uno hacía la suya.



Cristina, la madre, era alcohólica y había tenido un intento de suicidio. Había sido violada varias veces durante su niñez por el padrastro hasta que su madre la internó en un convento para protegerla de las violaciones, o quizás para que el padrastro vuelva a prestarle atención a ella. Esto perturbó para siempre la psiquis de Cristina, que cuando se encontraba bajo los efectos de la intoxicación alcohólica intentaba mantener relaciones sexuales con su hijo menor, Pablo, quien padeció el acoso desde muy pequeño, motivo por el cual, al cumplir su mayoría de edad, se fue de la casa.

La vida familiar de estos jóvenes era un calvario: un padre ausente que conocía de los acosos que su mujer le propinaba al más chico y que vivía discutiendo a los gritos con ésta delante de sus retoños, echándose en cara con lujo de detalles todos los amoríos que ambos tenían, más las amenazas constantes de Cristina con que las cosas se hagan “como ella disponía” o de lo contrario contaría todos los secretos de la empresa donde trabajaba Mauricio, destapando chanchullos y coimas de altos mandos militares de la época, haciendo de la convivencia familiar una pesadilla insoslayable.

Pero Sergio, Pablo y Ana Valeria, la hermana de ambos, se querían mucho y eran muy unidos, por otra parte, era lo único que tenían. Y Sergio odiaba a su madre sabiéndola incestuosa con su hermano menor.

La noche en que Sergio cumplió 23 años, papá, mamá y Ana Valeria (Pablo ya no vivía más en la casa) lo invitaron a comer afuera, para agasajarlo. Y cuando regresaron, Sergio se encontró sorpresivamente con su hermano menor dentro de la casa, quien estaba esperando que sus padres se durmieran para asesinarlos. Ya lo tenía decidido y quería contárselo a Sergio.

Ambos hermanos estaban en pleno debate cuando apareció en escena Cristina, que no se podía dormir por la descompostura que le produjo la terrible borrachera que portaba y Pablo, al verla venir, se escondió detrás de una puerta y la atacó por detrás con una barra de acero golpeándola en la cabeza. Y cuando Cristina cayó al suelo, Sergio continuó golpeándola para luego estrangularla con una camisa. Y la mataron.

Luego de un par de horas discutiendo sobre qué hacer con su padre, que a todo esto dormía plácidamente en su cuarto sin saberse aún viudo, Pablo se determinó a matarlo. Pero fue Sergio quien tomó la iniciativa, asestándole varios golpes en el cráneo a su padre, con la misma barra de acero que habían utilizado con Cristina, quebrándole casi todos los huesos de la cabeza y estrangulándolo con una soga hasta darle muerte.

A partir de ese momento se ocuparon de deshacerse de los cuerpos y los rastros envolviéndolos en sábanas mientras su hermana dormía plácidamente sin saberse aún huérfana. Luego los metieron en el baúl de uno de los autos de la familia (un Dodge Polara) para dejarlos abandonados en la puerta de la casa. Y se dieron a la fuga, cada uno por su lado, con una plata que habían estado ahorrando.

Mauricio y Cristina fueron encontrados por Isas Tejada, portero del edificio donde la familia vivía al advertir, días después, un gran charco de sangre que se había formado debajo del vehículo estacionado en la vereda.

A la semana, ambos hermanos fueron capturados, Sergio se había refugiado en una localidad cercana a Mar del Plata y Pablo había escapado a un pueblo de Ranchillos, Tucumán.







Finalmente, el 12 de Marzo de 1985, la jueza Martha Lopardo condenó a Sergio a prisión perpetua y absolvió a Pablo, pero un año después la cámara de apelaciones cambió la carátula de éste condenándolo también a perpetua. Aunque no lograron atraparlo, Pablo se había fugado cambiando su nombre y desapareciendo sin dejar rastro.

Recién el 14 de mayo de 1994, 9 años más tarde, la Interpol detuvo en la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra a “Jorge Velázquez”, un comerciante argentino que vivía junto a su mujer y su hija en dicha localidad, pero su verdadera identidad indicaba que se trataba del menor de los Schoklender.

Un año y medio más tarde, Sergio quedó en libertad condicional y comenzó a trabajar en la defensa de su hermano, ya que durante su condena se recibió de abogado y psicólogo. Pablo aún continúa preso, aunque con salidas autorizadas para trabajar.

Fin de la historia. Debe haber sido terrible lo que estos dos hermanos sufrieron en su vida para tomar la determinación que tomaron. Y se puede decir que pagaron su deuda con la sociedad.

Y luego comenzó la carrera de Sergio como mano derecha de Hebe de Bonafini, para más tarde convertirse en apoderado de la fundación “Madres de Plaza de Mayo” culminando por estos días con el escándalo por malversación de fondos y lavado de dinero. Y escudándose en que él es un hombre de mucha plata que podría comprarse una Ferrari y un avión si quisiera, pero no explicando cómo tiene la fortuna que amenaza poseer, ya que mientras estuvo preso, tanto él como su hermano rechazaron la herencia de sus asesinados padres, saliendo a la calle y poniendo sus pies en la vereda del lado de afuera del penal sin un solo peso.



Según Jorge Lanata, a quien respeto pero últimamente me hace enojar un poco, Sergio miente, está hablando de más, y lo más absurdo de todo esto es la reacción del estado, que se ofende con el tema, cuando lo más sano sería que se investigue en lugar de mandar a Julio De Vido a respaldar a Schoklender (cuando Julio De Vido debería llamarse a silencio siendo un político cuestionado por la misma situación de malversación de fondos públicos) Y aclara, tanto para el gobierno como para la ciudadanía iraKunda toda: “Esto no es una campaña mediática en contra de las Madres de Plaza de Mayo, esto es cierto. Lo peor que puede hacer el gobierno es ocultarlo, la actitud debería ser: Abrir las cuentas para que se investigue, porque si no hay nada raro, ¿cuál es el problema en que se sepa? No se sabe cuánta guita se gastó… ¿Cómo va a ser un secreto de estado cuánta guita se gastó en un plan de viviendas? Es una locura… Cuando Sergio dice que él es sólo el apoderado miente, porque el edificio de Hipólito Yirigoyen donde funciona la fundación está a nombre de él, el edificio entero. También dijo que se podría comprar una Ferrari y dos días después sale la información que Sergio Schoklender es categoría 2 en autónomos, o sea que no gana más de $30.000 por año… Contame cómo ganado 30 lucas por año te comprás una Ferrari… O sea que si es cierto lo de la Ferrari es culpable de evasión impositiva, y si no es cierto es chorro. Meldorek no es mía, dice y el domicilio fiscal de la empresa es su propia casa. Meldorek tiene aviones privados y toda la coordinación de obras por el interior la hizo a bordo de aviones privados, y cuando los periodistas le preguntaban por qué motivo viajaba en aviones privados, él se atajaba diciendo que a Arroyo no le dicen nada… comparándose con los grandes capitalistas de la industria de la construcción”



Y culmina, muy atinado como siempre: “Acá hay un error de interpretación cuando se dice que se utiliza a las Madres para querer perjudicar al gobierno, porque ahí se está equivocando una vez más el enemigo, que es Schoklender, no los que estamos difundiendo esto, los enemigos son los que utilizaron a las Madres para quedarse con la plata, esos son los enemigos ¿O ahora el enemigo es quien lo cuenta?”

Y sigue: “Tengo muchas diferencias con Hebe, pero no creo que sea corrupta. Ahora, sí creo que miró para otro lado, porque si yo tengo un subordinado que viaja en avión privado, que se compra un barco, que de golpe alquila quintas, que se va a hoteles 5 estrellas, y que de golpe empieza a tener un montón de plata… De alguna manera me entero, no puede ser que nunca haya sabido nada.”

Hasta ahí veníamos bien, pero sobre el final le manda un triste: “Hace rato que se sabe que se está manejando mal la guita en Madres, pero uno no decía nada porque eran las Madres, qué se yo…”

Y ayer a la mañana, mientras todo esto hervía como loco, Víctor Hugo se montó en una cruzada endiablada y se pasó toda la mañana hablando pestes de Magnetto y asegurando que todo esto era una vil campaña de Clarín contra las Madres para tapar el tema de los hijos de Ernestina, que debería ser el único tema del que se debería estar hablando en todas las radios del país.



Estoy un poco podrido de Clarín, diario que nunca leí. Hace muchísimo mal olor que justo se haya descubierto esto de Schoklender en el momento preciso en que la justicia determina que ambos hijos adoptivos de Ernestina de Noble deben sacarse muestras de sangre por la fuerza. Porque siempre Clarín tiene un as en la manga y maneja la información como se le cantan las pelotas, perjudicando a quien se le ponga delante.

Pero sería fantástico que Clarín no tenga ningún as en la manga, ¿no?, ¿no estaría bueno? ¿Que no haya nada que señalar del gobierno, de este pulcro gobierno que nos hacen creer que tenemos, del que no se puede decir nada para no quedar como un imbécil que le hace el juego a la derecha, cuando uno no sólo no es de derecha sino que incluso le gustaría que la derecha no exista?

Ojalá que Sergio Schoklender vaya preso si se robó plata de la fundación de las Madres.

Ojalá que Ernestina de Noble vaya presa por la sustracción de bebés de desaparecidos, si es que efectivamente sus hijos fueron robados a una madre desaparecida durante el proceso.

Ojalá que algún día Lanata y todo aquel periodista político serio deje de guardarse información para más adelante por motivos inexplicables siendo justamente periodistas serios.

Ojalá que algún día Víctor Hugo sea un poco más objetivo y logre separar su odio a Clarín y entienda que él es un periodista que tiene el deber de informar a la población de todo lo que ocurre, no sólo hablar todo el programa de lo malo que es Magnetto, de lo vil que es Ernestina y de lo cruel, implacable y despiadado que es ese monopolio. Ya todos lo sabemos.


Ojalá pase algo que me borre de pronto, una luz cegadora, un disparo de nieve, ojalá por lo menos que me lleve la muerte, para no verte tanto, para no verte siempre, en todos los segundos… En todas las visiones…

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