Hace unos días encontré en el Facebook de Diego Parés una cruzada épica para respaldar y reivindicar el buen nombre de Gustavo Sala, un humorista que hace tiras cómicas en Página 12 y en la revista Barcelona, que hace poco descubrí y que, por qué negarlo, a veces me hace cagar bastante de risa con sus ocurrencias rockeras, oscuras, ordinarias y descerrajantes, si es que existe esa palabra.
Y entonces me puse a investigar un poco qué había pasado, y aparentemente una señora y la colectividad judía se habían visto ofendidas, ultrajadas y pisoteadas “nuevamente” en su buen nombre por una tira publicada el jueves 19 de enero en el diario Página 12 en donde un desopilante “David Gueto” amenizaba las jornadas dentro de los campos de exterminio nazis meta punchi-punchi alentando a los futuros exterminados a que bailen mientras éstos, flacos al punto mismo de la muerte y con unas expresiones faciales dignas del campo de concentración en el que se encontraban, le señalaban al simpático y extraviado David que no bailarían, ya que nada tenían que festejar porque los estaban matando, cuando irrumpe en escena el mismísimo Adolf Hitler y, con muy buena onda y como si se tratara del anfitrión de una relajada fiesta, les aconseja que bailen ya que la vida es corta, consiguiendo con su "carisma inigualable" que los judíos se pongan a bailar, aprovechando Adolf el momento para acercarse a David Gueto, que sigue danzando al compás de su estúpida música, para agradecerle su labor, ya que los jabones les salen mucho mejor cuando los judíos están relajados.
Y ¿qué quiere que le diga? No hay un solo momento en la tira que no sea excelente y súper original, porque realmente, lo de David Gueto es genial. Suponer un DJ dentro de un campo de exterminio…, me hace estallar de la risa. Y que encima venga Hitler, rosagante y medio gordito y les hable con una sonrisa como si fuera un personaje de los chistes Bazooka..., no pude parar de reírme. Genial chiste de Gustavo Sala, sin dudas. Sublime.
Pero ¿qué pasó? Resulta que ofendió, que hirió en lo más profundo y que ahora enfrenta un señalamiento sin igual que de seguro lo tiene bastante preocupado, triste y sin ganas de explayar su “peligrosa” inspiración en una próxima tira cómica. Y no está bien. O al menos no es justo, porque yo pensé que vivíamos en 2012, yo pensé que vivíamos en un país libre en donde cualquiera podía decir cualquier cosa. Porque si nos ponemos a enumerar la cantidad de cosas que se dicen EN SERIO y ADREDE para VERDADERAMENTE buscar herir sentimientos…, puedo hacer una lista larga. Y solo en la mente de un pacato o de un susceptible crónico puede germinar la semilla de la ofensa sobre la tira de Gustavo Sala.
Solo a una persona llena de odio que aún no elaboró una madurez madura sobre el holocausto puede ocurrírsele que Gustavo Sala es nazi o que aprueba el exterminio, o que a Gustavo Sala no le importa un carajo de nada o que no tiene límites, o que Gustavo Sala se excita basureando judíos. Porque con ese criterio entonces, Langer sería fascista por su personaje “Mamá Pierri” y habría que denunciarlo, o Diego Parés sería un pornógrafo por sus últimas publicaciones en Barcelona y habría que prohibirlo, o León Ferrari debería morir en la hoguera por haber dibujado a un pájaro sacudiéndose a la virgen María.
Y estoy un poco roto las pelotas de todo eso, porque realmente ya fue, no se puede seguir intentando ir para atrás en este momento mágico que estamos viviendo en donde solo hay un camino, que es el que está ahí adelante.
Hay una escena en la película “The people Vs. Larry Flint” (que le recomiendo a la señora que denunció a Gustavo que la vea en lugar de estar leyendo cosas que no son de su agrado) en donde su abogado, en uno de los primeros juicios que Mr. Flint debe afrontar, le dice al jurado que “si empezamos a poner paredes donde hay cosas que no nos gustan, un día nos vamos a despertar y vamos a ver paredes por todos lados, incluso en lugares donde nunca hubiéramos imaginado que las veríamos… Y eso no es vivir en libertad”
La libertad, la aceptación del otro y el respeto por las ideas opuestas terminan en una línea muy delgada dando lugar a la censura, al racismo y al autoritarismo. Y hay que ser necio o idiota para suponer que Gustavo Sala escribió esa fantástica tira intentando insultar a la comunidad judía cuando es una histriónica situación delirante en un campo de exterminio nazi, con un poder de síntesis fenomenal y con un grado de ironía que maneja los tiempos y las sutilezas de una manera exquisita durante el transcurso de cuatro cuadros de tira cómica.
Y yo no pediría perdón si fuera él, porque es entrar en el juego perverso al que lo quieren meter de las pestañas.
Yo redoblaría la apuesta, Gustavo, porque la época en que la gente se ofendía por semejantes nimiedades ya pasó, aunque aún haya algunos vejarrones que intenten enarbolar esas banderas pelotudas.
Te mando un abrazo y espero que sigas haciéndome cagar de risa.
Juan Pablo Scaiola.
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